Saturday, April 30, 2011

Hasta siempre, tocayo

En Sobre héroes y tumbas,la célebre novela de Ernesto Sábato, don Pancho Olmos, de 95 años, matiza con relatos de un pasado remoto sus desvelos en una ruinosa casona del barrio porteño de Barracas. Corre el año 1953 y Juan Domingo Perón transita su segunda presidencia. Pero poco significa eso para don Pancho, quien no parece tener presente otra época histórica que la abordada en sus cuasi-soliloquios ante su joven bisnieta Alejandra Vidal Olmos y Martín del Castillo, este último amigo de Alejandra. Don Pancho menciona incesantemente a su abuelo inglés Patrick Elmtrees, quien castellanizó su nombre como Patricio Olmos al decidir quedarse en suelo argentino tras la derrota del general Beresford en la Primera Invasión Inglesa. Don Pancho también menciona a Celedonio Olmos, tatarabuelo de Alejandra, decapitado por una Mazorca enardecida por el pronunciamiento antirrosista de Urquiza del verano de 1851-1852, responsable de la caída de Rosas. Muy remoto (anterior a su nacimiento) es el pasado descrito por don Pancho en sus digresiones de viejo. Irónicamente, su bisnieta Alejandra morirá antes que él, en el voraz incendio declarado en 1955 en la patética casa de los Olmos.
Ernesto Sábato, creador de don Pancho, murió hoy, más viejo que su personaje. Habría cumplido 100 años el 24 de junio, aniversario de la muerte de Carlos Gardel, otro grande del Plata, admirado por el boquense Humberto J."Tito" D'Arcángelo, personaje de Sobre héroes y tumbas y protector del desamparado Martín del Castillo en el relato de Sábato. Por suerte, sus bisnietos viven para llorarlo. Y yo también. Hasta siempre, tocayo.

Thursday, April 28, 2011

¿El futuro emperador?

En su célebre película El último emperador, de discutible objetividad histórica, el cineasta italiano Bernardo Bertolucci pretende narrar la vida de Aisin Gioro Pu Yi, el emperador que no fue. Coronado emperador de China en 1908, a la edad de tres años, la proclamación de la república, oficializada en 1911, limitó su poder imperial a la Ciudad Prohibida de Pekín, de la cual fue exonerado en 1924. En 1935, los japoneses, que se habían adueñado de parte de China, lo convirtieron en soberano-títere de Manchuria. La derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial y la instauración del régimen comunista lo convirtieron en prisionero político de la Rusia estalinista y del sistema maoísta. Este último lo recluyó en un centro de rehabilitación durante diez años, del cual egresó en 1959, convertido en un individuo corriente empleado como jardinero hasta su muerte en 1967. Pu Yi nunca tuvo poder efectivo. Como emperador de China, sólo pudo reinar dentro de su gran palacio pequinés. En Manchuria debió acatar el poder japonés. Durante sus últimos veintidós años de vida, debió acatar el poder político del comunismo chino-soviético.
Mañana, 29 de abril de 2011, Inglaterra presenciará una boda real: los esponsales del príncipe Guillermo, que algún día ceñirá la corona británica bajo el nombre de Guillermo V. Como rey, Guillermo carecerá de poder efectivo. La Gloriosa Revolución de 1688 trasladó el centro del poder político inglés al Parlamento. Nada ha cambiado desde entonces en Inglaterra, al menos en lo referente a esa cuestión.
A diferencia de Victoria I, tatarabuela de su abuela, el futuro Guillermo V no heredará el imperio sin puestas de sol del rey Carlos I de España, emparentado con la familia real inglesa por el matrimonio de Felipe II con la hermana de Isabel I. Como tampoco lo heredó Isabel II, coronada cinco años después del reconocimiento británico de la independencia de una India alguna vez concebida como la joya más preciada de la Corona inglesa. Como tampoco lo heredará el padre de Guillermo. Los sucesores inmediatos de Isabel II no están destinados a heredar un imperio verdadero, aunque, en principio, están destinados a heredar un imperio simbólico, compuesto por las Islas Malvinas, salvo que el gobierno inglés acepte restituir el archipiélago austral a la Argentina, heredera legítima del desaparecido imperio hispanocolonial y, por ende, del territorio malvínico.
Bertolucci llamó a Pu Yi el último emperador de China. ¿Debemos considerar al futuro Guillermo V como al futuro emperador de Malvinas?
Desde ya, deseo la mayor de las venturas para el matrimonio del futuro Guillermo V, alejada de las desdichadas experiencias conyugales de sus padres y tíos. Pero también deseo, como argentino, ver flamear la enseñanza celeste y blanca sobre la perdida perla austral de la diadema de mi patria.

Wednesday, April 06, 2011

Las minorías sensibles

En su novela Conversación en la catedral, ambientada en la Lima del decenio de 1950, Mario Vargas Llosa retrata un reducido grupo de estudiantes universitarios, que, burlando la represión policial, organiza un grupo secreto de estudios marxistas. Los personajes de Vargas Llosa ensayan un débil contrapunto a una universidad signada por ostensibles deserciones de estudiantes obligados a relegar su formación académica en aras de su subsistencia material inmediata y la presencia de docentes desmoralizados por sus deprimentes condiciones laborales y forzados a abdicar su idealismo juvenil en aras de cosmovisiones supuestamente más realistas.
No deseo sonar excesivamente autorreferencial, aunque no puedo sino identificarme con los estudiantes de Vargas Llosa. Como estos últimos, yo soy producto de una casa estatal latinoamericana de altos estudios, donde debí coexistir con docentes sin incentivos laborales y altos índices de deserción estudiantil. Con la minoría estudiantil no desertora, cuyas principales preocupaciones eran, en la mayoría de los casos, aprobar y recibirse. Desde ya, había alumnos sensibles. Alumnos que (además de estudiar sin desertar) apadrinaban una escuela rural santiagueña y organizaban ciclos gratuitos de cine ruso en nuestra casa de estudios, colectas de ropa y calzado para los inundados santafesinos y merenderos en villas miseria del Gran Buenos Aires. Yo colaboraba con ellos como podía. Había alumnos sensibles. Pero pocos, muy pocos. El carácter minoritario de la Humanidad sensible se veía denunciado por su escaso número y comprensible desaliento.
La Humanidad sensible no debería ser minoritaria, sino todo lo contrario. Desgraciadamente, no es así. En 1947, con un Mahatma Gandhi cuasi-octogenario ayunando indefinidamente por la paz, millares de indios hindúes y mahometanos, como si Gandhi les hablara en chino, se agredían mutua e impiadosamente en la franja geográfica afectada al monumental éxodo ocasionado por esa bipartición de la India exigida por el advenimiento de Pakistán. Gandhi seguía, haciendo caso omiso de su avanzada edad, predicando el amor entre seres humanos, aun a riesgo de su propia vida, poco antes de ser asesinado por un compatriota, quien debía al Mahatma el verse libre de la tutela británica.
La Humanidad sensible no debería ser minoritaria. Desgraciadamente, lo es. Muchos seres humanos sitúan su propia subsistencia por encima de los sufrimientos de sus semejantes. A veces por necesidad. Pero muchas veces por mero egoísmo.

Monday, April 04, 2011

El ingeniero en su laberinto

La mitología griega refiere cómo Teseo, rey legendario de Atenas, logró escapar del laberinto de Creta, donde fuese encerrado por orden del rey Minos. Dentro de su prisión, Teseo se exponía a ser devorado por el Minotauro, bestia con cabeza taurina y forma humana en el resto de su cuerpo. Teseo logró escapar del laberinto de Creta con ayuda de un largo hilo proporcionado por su amada Ariadna, demostrando esa heroicidad (en griego areté) tenida en alta estima, como virtud varonil, por el antiguo pueblo helénico. En el laberinto de Creta, Minos también hizo encerrar a Dédalo, constructor del laberinto, y a su hijo Ícaro. Dédalo e Ícaro lograron escapar del laberinto de Creta con ayuda de unas alas de pluma y cera diseñadas por Ícaro. El Sol derritió las alas y los fugitivos cayeron al mar, convirtiendo a Ícaro en el arquetipo del mal artesano.
En 1989, Gabriel García Márquez deslumbró al mundo lector hispanoparlante con una de sus periódicas joyas literarias: su novela El general en su laberinto, referente a los últimos días de la vida de Simón Bolívar. García Márquez nos pinta al Bolívar de 1830, caído en el descrédito, que huye de Caracas a esperar su cercana muerte en el pueblo colombiano de San Pedro Alejandrino. Bolívar elude deliberadamente los previsibles homenajes ensayados en su honor y espera resignadamente su cita con el Señor.
El ingeniero Mauricio Macri, jefe de Gobierno porteño, atraviesa el último año de su primer mandato atrapado en una versión porteña de los laberintos cretense y bolivariano. A diferencia de Teseo, Macri no dispone de un hilo de Ariadna para escapar de su laberinto. Calzarse las alas de Ícaro quizá beneficie tan poco a Macri como a Dédalo y su hijo. Como su homónimo griego, el laberinto macrista de Dédalo parece mejor construido que sus alas de Ícaro. Para salir de su laberinto, el Bolívar de García Márquez disponía de su inminente muerte. Pero, a diferencia del Bolívar de García Márquez, Macri no está próximo a morir. Bien por el contrario, Macri y su actual esposa se disponen a traer una nueva vida al mundo.
Macri, Ícaro porteño sin areté, está actualmente atrapado en su laberinto. El año pasado lo encerraron en él los alumnos de numerosos establecimientos de enseñanza media y superior, supuestamente dependientes del gobierno porteño, que ocuparon sus casas de estudios en demanda de mejores condiciones de habitabilidad, avalados por estudiantes de otras casas estatales de estudios de la capital argentina. Macri, fruto de la escuela y universidad privadas, poco puede percibir la sensibilidad del estudiantado estatal. Macri, posible analfabeto musical, poco puede percibir la sensibilidad del melómano porteño, cuyo acceso a su bienamado Teatro Colón se ha visto sensiblemente obstaculizado por arbitrio de la administración macrista.
Macri está atrapado en su laberinto. Su eventual reelección sólo puede confirmar su encierro. Salvo que utilice el helicóptero de De la Rúa, vernácula versión mejorada de las alas de Ícaro. Lo único que el ex presidente logró mejorar del legado menemista durante su desdichado bienio presidencial. El problema es que al helicóptero de De la Rúa lo tiene actualmente la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, dicho sea con todo el respeto que me inspiran la meritoria gestión de la actual jefa de Estado y la memoria de su predecesor-consorte. Dudo seriamente que Cristina preste a Macri el helicóptero de De la Rúa, para huir, como el ex presidente, hacia un vitalicio y forzado exilio interno. Mientras tanto, el ingeniero vive en su laberinto, esperando ser exonerado por el voto de la Legislatura porteña (como su predecesor Aníbal Ibarra) o (lo cual sería más deseable) por esa maravilla de la democracia encarnada en el veredicto popular.

Saturday, April 02, 2011

Cuatro generaciones

La Argentina conmemora hoy el 29º aniversario de su último desembarco militar en las Islas Malvinas, detonante de un conflicto armado binacional de penosa memoria para el pueblo argentino. Sin embargo, para dicho pueblo, la cuestión malvínica no empezó el 2 de abril de 1982. Empezó mucho antes. Empezó, como mínimo, el 10 de junio de 1829, con la asunción de Luis María Vernet como gobernador argentino del archipiélago austral. Empezó a revelar su costado urticante al consumarse, en 1833, la ocupación británica de las islas, mantenida hasta la fecha.
Cum nimis absurdum. Como mínimo absurdo. Así tituló un papa del siglo XVI una bula antisemita promulgada al iniciar su pontificado, según señala Marek Halter en su libro La memoria de Abraham. Es, como mínimo absurdo, que el Reino Unido haya renunciado a su vasto imperio, incluso a su joya más preciada, la India, y se empecine en seguir situando bajo su dominio a las Malvinas. La “perdida perla austral” de la diadema patriótica argentina postulada en 1941 por Carlos Obligado y José Tieri en su Marcha de las Malvinas. La “hermanita perdida” preconizada por Atahualpa Yupanqui y Ariel Ramírez. Las “hermanitas Malvinas” postuladas por Piero y José. Nuestra provincia frustrada. ¿Frustrada? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que Sus Majestades Británicas entiendan que estos no son los tiempos de su antepasada Victoria I y que Gran Bretaña debe, en lo sucesivo, destacarse por otros motivos?
No detesto a los ingleses. He estudiado su idioma, visitado su bella capital y otros puntos de su geografía y admirado su literatura. Pero como argentino me duele contemplar el mapa y recordar que, salvo en el plano sentimental, no puedo considerar a las Malvinas como la vigésimo quinta provincia argentina, debido a un fútil y anacrónico capricho del gobierno de un país desplazado hace mucho tiempo como la principal potencia mundial.
A fin de año seré tío por primera vez. Dudo que el Reino Unido haya restituido las Malvinas a la Argentina al nacer mi sobrino, primer miembro de la cuarta generación de mi familia nacida en una Argentina sin soberanía efectiva sobre las Malvinas. Mi abuelo paterno, primer argentino nativo de mi familia, falleció en 2003, a los 85 años, sin haber vivido un solo día en una Argentina en plena posesión de su “perdida perla austral”. Mis padres, también argentinos nativos, transitan por su tercera edad sin haber conocido una Argentina que pudiese convertir el lema “Las Malvinas son argentinas” en algo más que un altisonante slogan patriótico. Quien les habla ya recorre su segunda edad sin haber conocido otra soberanía argentina sobre las Malvinas que la muy ficticia soberanía impulsada, durante su efímera gobernación de facto, por el general Luciano Benjamín Menéndez, actualmente acusado de fratricidio. ¿Crecerá mi sobrino en una Argentina sumida en tan triste condición respecto de las Malvinas? No es ocioso (y sí muy lamentable) admitir esa posibilidad. Como tampoco es ocioso pretender lo contrario.