Saturday, April 02, 2011

Cuatro generaciones

La Argentina conmemora hoy el 29º aniversario de su último desembarco militar en las Islas Malvinas, detonante de un conflicto armado binacional de penosa memoria para el pueblo argentino. Sin embargo, para dicho pueblo, la cuestión malvínica no empezó el 2 de abril de 1982. Empezó mucho antes. Empezó, como mínimo, el 10 de junio de 1829, con la asunción de Luis María Vernet como gobernador argentino del archipiélago austral. Empezó a revelar su costado urticante al consumarse, en 1833, la ocupación británica de las islas, mantenida hasta la fecha.
Cum nimis absurdum. Como mínimo absurdo. Así tituló un papa del siglo XVI una bula antisemita promulgada al iniciar su pontificado, según señala Marek Halter en su libro La memoria de Abraham. Es, como mínimo absurdo, que el Reino Unido haya renunciado a su vasto imperio, incluso a su joya más preciada, la India, y se empecine en seguir situando bajo su dominio a las Malvinas. La “perdida perla austral” de la diadema patriótica argentina postulada en 1941 por Carlos Obligado y José Tieri en su Marcha de las Malvinas. La “hermanita perdida” preconizada por Atahualpa Yupanqui y Ariel Ramírez. Las “hermanitas Malvinas” postuladas por Piero y José. Nuestra provincia frustrada. ¿Frustrada? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que Sus Majestades Británicas entiendan que estos no son los tiempos de su antepasada Victoria I y que Gran Bretaña debe, en lo sucesivo, destacarse por otros motivos?
No detesto a los ingleses. He estudiado su idioma, visitado su bella capital y otros puntos de su geografía y admirado su literatura. Pero como argentino me duele contemplar el mapa y recordar que, salvo en el plano sentimental, no puedo considerar a las Malvinas como la vigésimo quinta provincia argentina, debido a un fútil y anacrónico capricho del gobierno de un país desplazado hace mucho tiempo como la principal potencia mundial.
A fin de año seré tío por primera vez. Dudo que el Reino Unido haya restituido las Malvinas a la Argentina al nacer mi sobrino, primer miembro de la cuarta generación de mi familia nacida en una Argentina sin soberanía efectiva sobre las Malvinas. Mi abuelo paterno, primer argentino nativo de mi familia, falleció en 2003, a los 85 años, sin haber vivido un solo día en una Argentina en plena posesión de su “perdida perla austral”. Mis padres, también argentinos nativos, transitan por su tercera edad sin haber conocido una Argentina que pudiese convertir el lema “Las Malvinas son argentinas” en algo más que un altisonante slogan patriótico. Quien les habla ya recorre su segunda edad sin haber conocido otra soberanía argentina sobre las Malvinas que la muy ficticia soberanía impulsada, durante su efímera gobernación de facto, por el general Luciano Benjamín Menéndez, actualmente acusado de fratricidio. ¿Crecerá mi sobrino en una Argentina sumida en tan triste condición respecto de las Malvinas? No es ocioso (y sí muy lamentable) admitir esa posibilidad. Como tampoco es ocioso pretender lo contrario.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home