Wednesday, January 12, 2011

Del Nobel a la patineta

En 1997 empecé a frecuentar, por diversos motivos, la zona de Plaza Houssay, rodeada de diversas facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y bautizada en honor de uno de los cuatro Premios Nobel argentinos formados hasta la fecha en dicha casa de altos estudios. Eran tiempos sombríos para el país. El experimento neoliberal y el efecto tequila habían producido estragos atroces en la estructura socioeconómica argentina. La solución era desechar el paradigma neoliberal, como lo demostraría posteriormente la tríada duhaldista-kirchnerista-cristinista, pero la dupla menemista-delarruista no daba el brazo a torcer. En medio de tamaña descomposición, muchos buscaban en el estudio una suerte de tabla de salvación. Bajar del subte D en su estación Facultad de Medicina solía implicarme esquivar una multitud de alumnos de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
Trece años después, detecté una realidad diferente en las inmediaciones de Plaza Houssay. Para entonces, el panorama socioeconómico argentino se había alterado beneficiosa y sustancialmente, tras ocho años de mejoramiento progresivo de los indicadores socioeconómicos, apenas opacados por el cimbronazo socioeconómico declarado en 2008 en economías supuestamente más sólidas que la argentina. Teóricamente, la UBA tendría que haber acusado el impacto positivo de tan saludable mutación. En otras palabras, seguir teniendo muchos alumnos, y alumnos esperanzados con la posibilidad de una inserción laboral más favorable que las mezquinas inserciones laborales de la era menemista-delarruista. En el año del Bicentenario, el aspecto de la Plaza Houssay y sus inmediaciones no indicaba precisamente lo mismo. Se veían más adolescentes en patineta que alumnos de la UBA. A menudo disponía para mí de todas las veredas de la UBA, incluso en sus Facultades de Medicina y Ciencias Económicas, supuestamente taquilleras.
Intrigado, ensayé diversas interpretaciones de dicho fenómeno. Pensaba: “en el 2000 mucha gente mandaba a los chicos a escuelas públicas o estudiaba en la UBA porque no tenía plata para escuelas o universidades privadas; ahora mucha gente puede pagarlas y por eso hay menos alumnos en las escuelas públicas y la UBA”; “los docentes estatales se toman muchas licencias o hacen muchos paros, en la UBA no se puede estudiar tranquilo a causa del activismo político; por eso mucha gente opta por la escuela o universidad privada”; “en Capital Federal hay muchas universidades privadas y gente que las puede pagar, en el Gran Buenos Aires hay muchas universidades nacionales y un chico de Lanús o Tres de Febrero no tiene por qué estudiar sí o sí en la UBA, en el resto del país también hay universidades nacionales, no hay por qué estudiar sí o sí en la UBA, la gente de localidades chicas de las provincias no tiene por qué estudiar sí o sí en la UBA, un chico de Rafaela o Tafí del Valle no tiene por qué hacerlo, porque en Rosario y San Miguel de Tucumán hay universidades nacionales, a un chico de Chascomús le queda más cerca la Universidad Nacional de La Plata que la UBA y en La Plata no hay CBC, ventaja práctica importante si las hay”, etcétera. Pensaba en los chicos de San Clemente del Tuyú, localidad balnearia frecuentada por quien suscribe desde 1997, donde los pibes no pueden pasar de la escuela secundaria y se ven obligados a cursar sus estudios superiores en Dolores o La Plata, como la hija de mi portero de San Clemente, estudiante universitaria en la capital bonaerense, a 240 kilómetros de San Clemente, apiádome de su desarraigo.
Sin embargo, la UBA sigue funcionando y ocupando sendos edificios en las inmediaciones de Plaza Houssay, mantenidos por los impuestos pagados por argentinos frecuentemente privados de la posibilidad de cursar estudios superiores y, sin embargo, dispuestos a pagar impuestos para que otros argentinos puedan cursarlos. ¿Cómo se explica, por ende, que la nota distintiva de la Plaza Houssay ya no sean los alumnos de la UBA, sino los adolescentes en patineta? ¿Cuántos retratos del Che Guevara, que poco prestigió a la UBA, se ven en la UBA, por cada retrato de los Premios Nobel formados por la UBA?
El tránsito del Nobel a la patineta, acusado por la zona de Plaza Houssay y sus inmediaciones, no es nada metafórico. Expresa claramente una mutación sociocultural. ¿Positiva o negativa? No viene de momento al caso. Lo cierto es que, en Plaza Houssay, llaman más la atención los adolescentes en patineta que los bustos de Bernardo Houssay y Raúl Matera, las placas recordatorias de detenidos-desaparecidos del Proceso, la estatua de pie de Ignacio Pirovano y la capilla católica de Plaza Houssay, esta última signada por una belleza estético-visual realzada por la iluminación artificial vespertina del vitral de su campanario. En la actual Plaza Houssay, la Biblia parece llorar junto al calefón, como diría el inmortal Discepolín.

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