Wednesday, November 10, 2010

Nuevas certidumbres

En 1998, cuando el Papa Juan Pablo II visitó Cuba y posó para las fotos con Fidel Castro, mi madre comentó que el pontífice polaco y el líder cubano, ambos ya septuagenarios, encarnaban tiempos idos. El siglo XX concluía con los idearios de Karol Wojytla y Fidel Castro relegados a un segundo plano por un acentuado relativismo moral. Sometidos a esa licuefacción de lo sólido posteriormente postulada por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, a ese fin de las certidumbres preconizado por el fisicoquímico ruso Ilya Prigogine.
Días atrás, visitando España, el Papa Benedicto XVI quedó inmortalizado en una foto rápidamente difundida a escala internacional. La imagen muestra al octogenario papa Ratzinger recorriendo las calles barcelonesas a bordo del clásico Papamóvil, ante parejas homosexuales que saludan el paso del pontífice alemán intercambiando sendos besos en la vía pública, de espaldas a simpatizantes del Papa munidos de banderas papales con un mensaje de bienvenida al Santo Padre en catalán. Evidentemente, a los homosexuales españoles no les han caído bien las duras expresiones de Benedicto XVI contra el matrimonio igualitario.
En otra imagen, el septuagenario monarca español Juan Carlos I saluda respetuosamente a Benedicto XVI. Juan Carlos tiene ahora no muchos años menos que los contados por el ultracatólico dictador hispano Francisco Franco en 1969, cuando el Caudillo oficializó su decisión de designar sucesor del Generalísimo al nieto de Alfonso XIII, con derecho a ocupar un trono supuestamente destinado, en primera instancia, al padre del actual rey de España.
Las certidumbres no han muerto, como pretendía Prigogine. Sucede que las viejas certidumbres están siendo desplazadas por otras nuevas. Cuando Karol Wojytla, Fidel Castro, Joseph Ratzinger y Juan Carlos de Borbón eran niños, las certidumbres (o supuestas certidumbres) se llamaban catolicismo, socialismo y monarquismo, lo cual explica los caminos que la vida les deparó de adultos. Ahora los cuatro están viejos o muertos. Y los idearios sostenes de sus vidas han envejecido con ellos. Los homosexuales españoles besados ante Benedicto XVI representan las certidumbres (o supuestas certidumbres) de estos tiempos.

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