Friday, October 29, 2010

Un día muy particular

En su película Un día muy particular, Ettore Scola evoca el fugaz encuentro entre Filomena Marturana y su vecino Domenico Soriano, respectivamente encarnados por Sofía Loren y Marcelo Mastroianni. La historia transcurre en la Roma mussoliniana de 1938. A simple vista eso indica poco. La cosa cambia si pensamos que Filomena es mujer y Domenico homosexual. Filomena y Domenico pertenecen, por ende, a dos grupos humanos subestimados por el nazifascismo. Hecho nada secundario si recordamos que Scola sitúa su historia en el día del primer encuentro entre Mussolini y Adolf Hitler, celebrado durante la visita del Führer a la capital itálica. Filomena es ama de casa, madre de familia numerosa y esposa de un oficial del régimen mussoliniano. Encarna el ideal fascista de mujer. Filomena parece relegada a la soledad durante el día comprendido por el relato de Scola, pues su marido e hijos han ido a los actos fascistas organizados en honor del dictador alemán. Pero en los hechos no es así, porque entrará en contacto con Domenico, decidido a suicidarse al no poder evitar su envío a un campo de exterminio. Filomena y Domenico procuran hacerse mutua compañía, mientras el marido e hijos de Filomena homenajean a enemigos de mujeres y homosexuales. Al final del día, Filomena reanudará su monótona cotidianeidad junto a su marido e hijos, quienes regresan entusiasmados de su contacto con Mussolini y Hitler, que Filomena ha seguido distraídamente por radio. Domenico será apresado por los esbirros del Duce, escena presenciada por Filomena desde su cocina. Filomena procura consolarse empezando a leer un ejemplar de Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, que Domenico le ha prestado.
Días atrás, la Argentina también vivió un día muy particular. Yo mismo no fui ajeno a ese clima. Por primera vez en mi vida trabajé como censista. Lo hice en la localidad bonaerense de Wilde, donde desempeño funciones docentes. Censé 22 viviendas, de uno a tres hogares cada una. Acababa de iniciar mi tarea censal, cuando uno de mis censados debió interrumpir su diálogo conmigo para atender la llamada telefónica de una persona de su conocimiento, quien le comunicó la noticia, recién difundida por los medios, del repentino fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner, ocurrido en la localidad santacruceña de Calafate. Mi censado cortó inmediatamente su diálogo telefónico y encendió su televisor para confirmar la noticia, temiendo que fuese un falso rumor difundido por los poderosos mass media antikirchneristas. Pero no. No lo era. Incluso la televisora oficial, Canal 7, lo daba por cierto. A la temprana edad de 60 años, Kirchner había dejado este mundo.
Proseguí mi labor censal, primero solo y después asistido por un eficiente ayudante gentilmente proporcionado por mi jefa de radio. Censé argentinos, uruguayos, paraguayos, peruanos y bolivianos de distintas edades y condición social. Procuré esmerarme, pero era evidente que, con la muerte de Kirchner, el censo había dejado de ser la noticia del día. Terminé de censar alrededor de las cinco de la tarde del 27 de octubre de 2010, “día muy particular”. Pero también un día en el que Filomena y Domenico se habrían sentido justamente vengados. Moría el predecesor de la primera mujer argentina convertida en presidenta de su país, de la presidenta que había legalizado el matrimonio homosexual en la Argentina. Algo como para estremecer a Mussolini y Hitler en sus respectivos sepulcros.

1 Comments:

Blogger elisa facco said...

muy buen comentario elisa

10:08 AM  

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