Wednesday, December 08, 2010

Las verdaderas virtudes de la Humanidad

Hoy, 8 de diciembre, la Iglesia Católica conmemora el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Científicamente hablando, ha quedado ampliamente demostrado que ninguna persona puede procrear sin perder la virginidad. Ni siquiera la Iglesia puede refutar esa verdad tan evidente. Está formada por teólogos y no por científicos. Por eso fracasó en su condena a Galileo Galilei, cuyo carácter erróneo fue admirablemente reconocido por Juan Pablo II durante su largo pontificado. Sólo un católico extremadamente recalcitrante puede seguir empecinándose, ya empezado el siglo XXI, en negar la validez de los postulados científicos más sólidos. Sólo un cristiano muy cerrado (católico o no) puede seguir empecinándose, ya empezado el siglo XXI, en negar la validez de los postulados evolucionistas, que, a mi modo de ver, no están reñidos con los creacionistas, sino que los complementan. En 2008 asistí a mi primer curso docente del gobierno bonaerense, dictado en una escuela adventista de Avellaneda, donde me recibían enormes y coloridos afiches antievolucionistas en lengua portuguesa, prolijamente enmarcados y emplazados en los bien pintados muros del establecimiento educativo. Todo un lavado de cerebro para los niños confiados a esa escuela.
Me considero católico y creyente, aunque haya dejado de practicar regularmente el culto católico hace ya muchos años. Pero mi formación sistemática en Historia me induce a reconocer la necesidad de adaptarse a las muy cambiantes circunstancias históricas y hallazgos científicos. No injuria a Dios el científico que atribuye una antigüedad de 15.000 millones de años al Universo, de 4.600 millones a la Tierra y tres millones a una Humanidad progresivamente evolucionada en términos posturales. No injuria a Dios el científico que atribuye la extinción de los dinosaurios a una implacable combinación de lluvias de meteoritos y cambios ambientales desplomada sobre los temibles reptiles jurásicos hace 65 millones de años. No injuria a Dios el varón que usa preservativos o la mujer que ingiere píldoras anticonceptivas. Un párroco no puede espiar a sus feligreses en la farmacia más cercana a su parroquia. No injuria a Dios la persona enamorada de un congéner: el amor homosexual es tan válido como el heterosexual. Es amor y punto.
La innegable evolución histórica obliga a renunciar, sin dejar de venerarlos, a atribuir un origen biológico asexual a María y Jesús, cuyos atributos son de otra índole. Las enseñanzas de Cristo, registradas en los Evangelios, revelan la naturaleza de Jesucristo más fielmente que quienes pretenden suponer que María y Jesús fueron concebidos de manera impoluta, dos milenios antes de los bebés de probeta.
En este nuevo onomástico de la madre de Jesús, invito, pues, a rescatar otras virtudes de María: su sencillez, su abnegación. Esas son las verdaderas virtudes de la Humanidad, cristiana o no.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home