Sunday, June 26, 2011

El Tsushima de River

En 1905, una flota militar japonesa asestó a la armada zarista rusa una contundente derrota naval en Tsushima, sellando la victoria nipona en la guerra ruso-japonesa declarada el año anterior. Se trataba de un hecho a todas luces sorprendente. Hasta el desembarco del comodoro estadounidense Matthew Calbraith Perry en suelo japonés, producido en 1853, Japón había vivido aislado del mundo durante dos siglos y medio, sumido en el feudalismo samurai. El remoto archipiélago asiático se perfilaba ahora como una nueva potencia, como bien lo demostraría durante el siglo XX. La humillante derrota militar rusa agravó la difícil situación socioeconómica y política de Rusia, cuyo zar Nicolás II debió afrontar el preludio de la revolución que lo despojaría de trono y vida años después, tras otro desastre militar para Rusia, padecido en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. Nicolás II intentó frenar la oleada revolucionaria mediante un tímido reformismo, que incluiría la autorización para la apertura de un parlamento (Duma), que el zar disolvería poco después mediante un célebre decreto (ukase).
Salvando las distancias, River Plate ha sufrido, en este domingo 26 de junio de 2011, una situación similar. Por primera vez en 110 años de historia, su plantel futbolístico ha descendido a la segunda categoría del fútbol argentino, a manos de un equipo cordobés de segundo orden. River ha sufrido su Tsushima. Su Nicolás II, Daniel Passarella, ostenta, como sobrenombre, el título imperial de Guillermo II, primo alemán del último monarca Romanov. En 1914, Nicolás II y Guillermo II se declararon mutuamente la guerra, con resultados calamitosos para Rusia, cuyo primer gobernante comunista, Vladimir Ilych Ulianov, alias Lenin, sacó a Rusia de la Primera Guerra Mundial, aún cuando ello implicara una virtual capitulación ante una Alemania militarmente derrotada al año siguiente. En 1918, la familia imperial rusa era masacrada por los bolcheviques en Siberia. Ese mismo año Guillermo II perdía su trono y el II Reich alemán cedía su espacio a la tambaleante república de Weimar, que intentaría infructuosamente suprimir el putsch hitleriano muniqués de 1923, preludio del advenimiento del también fallido III Reich.
Nicolás II, Guillermo II y Adolf Hitler vieron frustrados sus sueños de grandeza. El Führer y su efímera consorte Eva Braun terminaron suicidándose en el bunker berlinés de la cancillería nazi, para no caer en manos de los efectivos militares del zar comunista soviético Iosif Vissarionovitch Chugashvili, más conocido como Stalin, cuyo proyecto de imperio rojo sería devastado por la decisión de suprimir el sistema soviético ruso en 1991. Como Nicolás II, Guillermo II y Hitler, Stalin y sus sucesores también verían frustrados sus sueños de grandeza.
Al Kaiser Daniel Passarella y demás miembros de la comunidad riverplatense les convendría moderar sus sueños de grandeza. Ninguna Duma o ukase puede salvarlos de las nefastas consecuencias del crecimiento desmesurado de sus veleidades. En la Argentina de 2011 no hay un zar que convoque o disuelva parlamentos. Y River difícilmente sobreviva a otro Tsushima. A un club continuamente sobrevolado por los aviones del Aeroparque no está de más recordarles la célebre frase de una canción popularizada por Marilina Ross durante el decenio de 1980: "Vuele bajo, porque abajo, está la verdad".

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