Ta-te-ti
¿Qué hace Daniel Filmus, sociólogo e intelectual, en una banca senatorial y empeñado por segunda vez en un cuatrienio en alcanzar la jefatura del Gobierno porteño, sin que sus antecedentes en la órbita estatal capitalina parezcan bastarle para ocupar el codiciado sitial del Lord Mayor de la Reina del Plata? ¿Qué hace allí un Filmus más recomendable para el ministerio de Educación, la embajada argentina ante la UNESCO o la dirección de la Biblioteca Nacional?
Aclaro que voté por Filmus en el balotaje comicial porteño de 2007 y la primera ronda electoral capitalina del mes en curso. Aclaro que pienso votarlo en la inminente segunda vuelta comicial porteña de este mes. Pero confieso que lo voté (y votaré) para no apoyar la elección (o reelección) del actual jefe de Gobierno porteño, ingeniero Mauricio Macri, cuya óptima gestión al frente de mi querido Boca Juniors nunca me pareció motivo suficiente para contribuir, mediante mi voto, a ungirlo jefe de Gobierno. Voté por Filmus por el mismo motivo que tuve para apoyar, mediante dos de mis votos de 2003, la reelección de su ex patrón Aníbal Ibarra, posteriormente desgraciado por la tragedia de Cromañón. En 2000 yo había votado a Ibarra para el mismo cargo, para impedir el retorno al poder del nefasto Domingo Cavallo, postulado en dicha ocasión para la jefatura del Gobierno porteño. Voté por Ibarra porque no quería que ganara Cavallo o Macri. No quería repetir los errores electorales implícitos en mis votos de 1994, 1995, 1997 y 1999, que contribuyeran a la reelección presidencial del polémico Carlos Menem y al ascenso de ese esperpento político que resultó ser la Alianza.
En 2000 yo no quería que ganara Cavallo. Y, por dicho motivo, voté por Ibarra, pese a ser el candidato de una Alianza que empezaba a decepcionarme profundamente a nivel político. Tal como en 2007 y 2011 voté (y votaré) por Filmus porque no deseaba (ni deseo, ni desearé) un triunfo electoral de Macri, para ningún cargo público. Pero no porque considerara a Ibarra más capaz que a Cavallo o Macri, o considere a Filmus más capaz que a Macri. O porque considere secundaria la capacidad de un individuo. Sin duda, todo ser humano tiene capacidad, pero la tiene para determinadas funciones, no para todas las funciones. Filmus, Macri e Ibarra tienen un rasgo en común: ninguno de los tres reúne el perfil requerido para ejercer la jefatura del Gobierno porteño, aunque Ibarra fuese electo para ese cargo en dos oportunidades y Macri parezca estar a punto de igualarle en lo tocante a esa cuestión, frente a un Filmus aparentemente destinado a fracasar por segunda vez en sus intentos por alcanzar la jefatura del Gobierno porteño, lo cual tornaría teóricamente aconsejable que Filmus desistiera definitivamente de ocupar la máxima magistratura capitalina, aunque se lo pida una figura pública de la talla de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Llevo muchos años votando por Fulanito para que no gane Menganito. Ese multiple choice comicial empieza a cansarme. El voto es algo demasiado serio como para convertirlo en un frívolo ta-te-ti.
Aclaro que voté por Filmus en el balotaje comicial porteño de 2007 y la primera ronda electoral capitalina del mes en curso. Aclaro que pienso votarlo en la inminente segunda vuelta comicial porteña de este mes. Pero confieso que lo voté (y votaré) para no apoyar la elección (o reelección) del actual jefe de Gobierno porteño, ingeniero Mauricio Macri, cuya óptima gestión al frente de mi querido Boca Juniors nunca me pareció motivo suficiente para contribuir, mediante mi voto, a ungirlo jefe de Gobierno. Voté por Filmus por el mismo motivo que tuve para apoyar, mediante dos de mis votos de 2003, la reelección de su ex patrón Aníbal Ibarra, posteriormente desgraciado por la tragedia de Cromañón. En 2000 yo había votado a Ibarra para el mismo cargo, para impedir el retorno al poder del nefasto Domingo Cavallo, postulado en dicha ocasión para la jefatura del Gobierno porteño. Voté por Ibarra porque no quería que ganara Cavallo o Macri. No quería repetir los errores electorales implícitos en mis votos de 1994, 1995, 1997 y 1999, que contribuyeran a la reelección presidencial del polémico Carlos Menem y al ascenso de ese esperpento político que resultó ser la Alianza.
En 2000 yo no quería que ganara Cavallo. Y, por dicho motivo, voté por Ibarra, pese a ser el candidato de una Alianza que empezaba a decepcionarme profundamente a nivel político. Tal como en 2007 y 2011 voté (y votaré) por Filmus porque no deseaba (ni deseo, ni desearé) un triunfo electoral de Macri, para ningún cargo público. Pero no porque considerara a Ibarra más capaz que a Cavallo o Macri, o considere a Filmus más capaz que a Macri. O porque considere secundaria la capacidad de un individuo. Sin duda, todo ser humano tiene capacidad, pero la tiene para determinadas funciones, no para todas las funciones. Filmus, Macri e Ibarra tienen un rasgo en común: ninguno de los tres reúne el perfil requerido para ejercer la jefatura del Gobierno porteño, aunque Ibarra fuese electo para ese cargo en dos oportunidades y Macri parezca estar a punto de igualarle en lo tocante a esa cuestión, frente a un Filmus aparentemente destinado a fracasar por segunda vez en sus intentos por alcanzar la jefatura del Gobierno porteño, lo cual tornaría teóricamente aconsejable que Filmus desistiera definitivamente de ocupar la máxima magistratura capitalina, aunque se lo pida una figura pública de la talla de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Llevo muchos años votando por Fulanito para que no gane Menganito. Ese multiple choice comicial empieza a cansarme. El voto es algo demasiado serio como para convertirlo en un frívolo ta-te-ti.