Wednesday, February 24, 2010

Quemado 196

Eduardo Vázquez, sin ningún parentesco con quien suscribe, baterista del cuestionado grupo musical Callejeros, imputado en la causa Cromañón, está acusado de haber infligido a su joven esposa Wanda Taddei, madre de sus dos pequeños hijos, las gravísimas quemaduras responsables del reciente deceso de su consorte.
De comprobarse su culpabilidad en las causas Cromañón y Taddei, Vázquez sumaría 196 quemados en su prontuario judicial: los 194 quemados de Cromañón, su esposa... y él mismo, convertido en el quemado 196 de su triste historia, fiel reflejo de una sociedad argentina históricamente caracterizada por su mala autoestima.
Este verano de 2009-2010, la opinión pública argentina se ha visto conmocionada por la trágica defunción de la joven Yamila González y su primogénita nonata Ludmila Ceballos, fruto de un accidente automovilístico coprotagonizado por el popular boxeador Rodrigo La Hiena Barrios, fiel recordatorio de la mala autoestima de nuestros pugilistas (recordemos a José María Gatica, a Carlos Monzón) y, en líneas generales, de nuestro pueblo. Mala autoestima también perceptible en Sandro, otro ídolo popular, desaparecido este verano, cuyo tabaquismo y alcoholismo acabaron endosándole una factura cancelable tan sólo con su defunción, temprana para los actuales estándares.
Quizá ese sea, compatriotas, nuestro principal desafío en esta década de Bicentenarios argentinos: mejorar nuestra autoestima. Creernos los mejores es tan inútil como creernos los peores, y avergonzarnos de ser útiles tampoco sirve de nada, como bien señala Bernardo Bertolucci en El último emperador, biografía fílmica del último monarca chino Aisin Gioro Pu Yi, parásito convertido en hombre de provecho por el régimen maoísta. Si no logramos mejorar nuestra autoestima, tendremos muchos quemados 196 en nuestro exasperante país.

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