Tiempos A.C.I
En un delicioso artículo publicado en un blog de La Nacion.com, Gastón Roitberg, Secretario de Redacción Multimedia de La Nación, analiza, bajo el título ¿Te conectás a Internet en las vacaciones?, el impacto de las nuevas tecnologías sobre el tiempo ocioso con el que muchos se gratifican en esta época del año. Escribe Roitberg: "Las vacaciones son el símbolo del descanso y la portación de tecnología puede resultar incompatible con ese espíritu de desenchufe. (...) el principal obstáculo sigue siendo la tecnología como factor distorsivo en el descanso. Estar conectado a Internet, en mi caso, supone: chequear las casillas de mail personales y de trabajo, chequear las portadas de los sitios informativos, consultar el lector de RSS, abrir el TweetDeck, Skype y otras aplicaciones. Es decir que abro casi las mismas aplicaciones y sitios que cuando estoy trabajando. ¿Es eso descanso?La pregunta de hoy la contesto con un “sí”. Me conecto a Internet en las vacaciones y de qué sirve hacer un esfuerzo para recordar cómo eran los veranos sin la web, computadoras y teléfonos inteligentes. La realidad es que ya están entre nosotros. En aquellos tiempos A.C.I (antes de la conexión a Internet) no tenía celular, iba a la cabina telefónica para comunicarme con amigos y familia y el contacto con el trabajo se suspendía por dos o tres semanas."
Tiempos A.C.I... Linda expresión. Considerando mi edad actual (cumplo 40 en abril), puedo decir que los viví, y que, en cierto modo, los añoro, aunque no todo haya sido maravilloso en aquellos años. Y que, en cierto modo, lamento haber depuesto mis fuertes resistencias de antaño a los raudos avances tecnológicos de las últimas décadas. Hasta los 36 años viví sin celular, haciendo caso omiso a las sugerencias-presión de familiares y amigos. Hoy lo uso como teléfono, mensajero de texto, despertador, planificador, cronómetro, cámara fotográfica y sabe Dios para qué más. Hoy no concibo la vida sin e-mails, webpages y mi blog, aunque a este último bien pueda no leerlo ni mi abuelita, que en paz descanse. Atrás han quedado los tiempos en que remitía a mi tía abuela de París cartas y tarjetas postales manuscritas escritas en mi elegante y anacrónica letra caligráfica inglesa. En que gozaba jugando inocentemente al siglo XIX.
Pero ya ven, diría parafraseando el poema apócrifo de Borges, tengo 39 años y sé que estoy encaneciendo. Una de dos: o tiño mis canas, o combato el oxidamiento de mis neuronas. Ahora bien: ¿es la Web la mejor forma de evitarlo?
Tiempos A.C.I... Linda expresión. Considerando mi edad actual (cumplo 40 en abril), puedo decir que los viví, y que, en cierto modo, los añoro, aunque no todo haya sido maravilloso en aquellos años. Y que, en cierto modo, lamento haber depuesto mis fuertes resistencias de antaño a los raudos avances tecnológicos de las últimas décadas. Hasta los 36 años viví sin celular, haciendo caso omiso a las sugerencias-presión de familiares y amigos. Hoy lo uso como teléfono, mensajero de texto, despertador, planificador, cronómetro, cámara fotográfica y sabe Dios para qué más. Hoy no concibo la vida sin e-mails, webpages y mi blog, aunque a este último bien pueda no leerlo ni mi abuelita, que en paz descanse. Atrás han quedado los tiempos en que remitía a mi tía abuela de París cartas y tarjetas postales manuscritas escritas en mi elegante y anacrónica letra caligráfica inglesa. En que gozaba jugando inocentemente al siglo XIX.
Pero ya ven, diría parafraseando el poema apócrifo de Borges, tengo 39 años y sé que estoy encaneciendo. Una de dos: o tiño mis canas, o combato el oxidamiento de mis neuronas. Ahora bien: ¿es la Web la mejor forma de evitarlo?
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