Sunday, January 03, 2010

Oh, tiempos...

Oh, tiempos...
Oh, tiempos en que el teléfono se descomponía, tardaban meses en repararlo o años en instalarlo, los cospeles se atascaban en las ranuras de las alcancías, y, cuando funcionaba, servía para hablar, no como ahora, que además de descomponerse de vez en cuando, lo reparan o instalan enseguida, y, además de servir para hablar, filma, fotografía, te despierta, te recuerda que es hora de salir para el dentista, te permite escuchar la radio o el MP3, enviar faxes, mensajes de texto, fotos o videos, sacar cuentas y sabe Dios qué más.
Oh, tiempos en que el colectivo tenía 20 asientos, viajabas colgado y el boleto te lo vendía un colectivero con cara de pocos amigos...
Oh, tiempos en que una tarjeta de Navidad para la prima radicada en España se enviaba en un sobre y sabe Dios si la recibía, no como ahora que el saludo atraviesa raudamente el Atlántico en cuestión de segundos por e-mail...
Oh, tiempos en que el SMS se llamaba radiomensaje o telegrama...
Oh, tiempos en que en el MP3 y el CD se llamaban disco de vinilo o cassette...
Oh, tiempos en que la PC se llamaba máquina de escribir...
Oh, tiempos de taxi sin radiollamado ni reloj digital...
Oh, tiempos, que sólo pueden volver si un Armaggedón nos obliga a empezar de cero...
Oh, tiempos... Oh, tiempos...

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