Sunday, December 20, 2009

¿Asignatura imposible?

Han transcurrido ocho años desde la tumultuosa caída del presidente Fernando de la Rúa. Años en que la Argentina debió volver a empezar. En diciembre de 2001 debía reconfigurar su organización socioeconómica, tras doce años de neoliberalismo y siete de declive neoliberal. Debía reconformar su sistema político, amenazado de acefalía y atomización.
¿Lo logró? Sí y no.
Sí, porque, a nivel socioeconómico, la Argentina de diciembre de 2009 no es la Argentina de diciembre de 2001. La organización socioeconómica de la Argentina neoliberal no resistió los duros embates de las sucesivas turbulencias económico-financieras del globalizado mundo del periodo 1995-2002. Ni siquiera cuando la turbulencia fue endógena y producto de la necesidad del interinato duhaldista de desatar la conmoción local de 2002, en la fase inicial de la implementación de su exitoso programa de superación de una debacle aparentemente interminable. La organización socioeconómica de la Argentina post-neoliberal ha logrado, en contraste, resistir los rudos golpes de la turbulencia económico-financiera declarada hace casi dos años en el Gran País del Norte, que, junto con otras economías supuestamente sólidas, sigue soportando dichos golpes al día de la fecha.
No, porque, a nivel político, la Argentina de diciembre de 2009 sigue pareciéndose mucho a la Argentina de diciembre de 2001. Sus partidos políticos siguen siendo endebles y personalistas. La tendencia kirchnerista a la construcción cerrada del poder no hace sino empeorar las cosas en el plano político. Muchos argentinos lo perciben y acusan el impacto. Por algo los actos ruralistas de 2008 movilizaban tres personas por cada persona movilizada por los actos kirchneristas. Por algo siete de cada diez votantes sufragaron contra el kirchnerismo en las elecciones legislativas nacionales de junio de 2009. Lo digo con dolor, pues reconozco los méritos de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, aún sin haber votado por la Presidenta. Y no me gustaría ver a un Julio Cobos en el Sillón de Rivadavia entre diciembre de 2011 y diciembre de 2015. O ver a Cobos huyendo de la Casa Rosada en helicóptero en diciembre de 2013.
A ocho años de las terribles jornadas de diciembre de 2001, aún resta mucho por hacer en la Argentina. No basta con consolidar la estabilidad socioeconómica. También hay que generar cambios políticos y socioculturales profundos. Y, hasta ahora, la Argentina no ha demostrado ser capaz de lograrlo.

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