Sunday, November 29, 2009

El efecto Kohinoor

En este mundo, el tamaño geográfico y demográfico de una nación ya no parece tener nada que ver con su capacidad de conmocionar el escenario macroeconómico mundial. En la mayoría de los casos, aún parece tenerlo. El grueso de los coletazos y desafíos macroeconómicos mundiales de los últimos quince años provino de países geográficamente extensos y/o de numerosa población: México, Rusia, Turquía, el sudeste asiático, China, India, Brasil, Argentina, Estados Unidos. Pero, por estos últimos días, la conmoción no proviene de un coloso geográfico y demográfico. Proviene de un minúsculo emirato árabe: Dubai.
Parece increíble que un emirato del tamaño de un pañuelo esté dando fuertes dolores de cabeza a los diez principales bancos del orbe, acreedores del pequeñísimo Dubai por la friolera de 31 mil millones de dólares, y que impela a colaboradores de supermedios especializados como The Wall Street Journal a interrogarse sobre el futuro macroeconómico mundial. Ello demuestra que la pequeñez no es óbice para inquietar a los gigantes. Y que la pequeñez no es, necesariamente, sinónimo de endeblez. Pequeña y poco poblada también es Islandia, país que dio que hablar al entrar en recesión la todopoderosa economía estadounidense en 2008, poniendo en jaque al minúsculo circuito financiero islandés, imprudentemente atiborrado de junk bonds hipotecarios estadounidenses, de esos "imprudentes billetes americanos" genialmente postulados por Jorge Luis Borges en su Libro de arena y traducidos a una harto desaconsejable unidad cambiaria.
La escalofriante amenaza del default de un minúsculo emirato pendula sobre el superpoder económico, geográfico y demográfico. Dubai se ha convertido en el Kohinoor de la economía-mundo postulada por Immanuel Wallerstein y perturbadoramente corporizada en el mundo de los últimos decenios. Como reza el clásico slogan argentino del Kohinoor, es poderoso el chiquitín. No soy economista. Apenas si logro descifrar la información económica circulante en la Web. Sí entiendo que el efecto Kohinoor (o efecto Dubai, como prefiera llamársele) debe haberle atrangantado el sagrado pavo del Thanksgiving day a más de un operador de Wall Street y quitado a más de un estadounidense las ganas de reventar su tarjeta de crédito en el ansiado Black Friday, impeliéndolo a adherir a la sana filosofía de la New Frugality refrendada hace un año en este espacio. Seamos prudentes, amigos míos. Los pequeños también pueden embromarnos la vida. En una familia, nadie suele dar más trabajo, a excepción de un anciano, que un niño o adolescente. Japón es un país geográficamente exiguo. Y, sin embargo, ha dado que hablar, y mucho, en las últimas décadas.

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