Saturday, December 05, 2009

¿El presidente que no será?

¿Es José "Pepe" Mujica el presidente que no será del Uruguay? Así parecen preanunciarlo su avanzada edad, su palabra lenta, su andar cauteloso y su aire somnoliento, rasgos poco recomendables en un jefe de Estado de este vertiginoso tramo inicial del siglo XXI. Tal vez no lo eran tanto cuando Francisco Franco y Charles de Gaulle debieron gobernar sus respectivas patrias a edades similares, con resultados aceptables, aunque el Mayo Francés instara finalmente al añoso fundador de la V República a reemplazar el ajetreo del Elíseo por la paz rural de su casa mortuoria de Colombey-les-deux-églises. Pero el mundo del decenio de 1960 era un mundo más lento. No existía la Internet. Buscar información confiable implicaba compulsar pacientemente ingentes volúmenes de material impreso. ¿Sabrá usar Internet el sucesor de Tabaré Vázquez? Durante su campaña electoral de 2008, se reveló que el septuagenario candidato presidencial republicano estadounidense John McCain no sabía usar Internet y nunca había enviado un e-mail. Y fue derrotado (por motivos de mayor envergadura, por supuesto) por su cuadragenario rival demócrata Barack Obama, ávido usuario, según fuentes mediáticas, de las llamadas Nuevas Tecnologías. El mundo del decenio de 1960 ni siquiera conocía el fax, actualmente en retroceso. El súmmum de la época era el télex, que haría las delicias de un añoso Juan Domingo Perón en su retiro madrileño y cuyo empleo por el Primer Trabajador proporcionaría a Miguel Bonasso material para su obeso volumen sobre Héctor Cámpora.
Los ancianos se toman su tiempo, pues su mente y cuerpo se lo exigen. Pero esa lentitud forzada será aceptable en un hombre que, a la edad de Mujica, está, como diría Manuel Gálvez, "en su casa, entre algodones y cuidados filiales, gruñendo o recordando el pasado", no en la presidencia de la Nación, pareciendo olvidar que un "hombre cualquiera puede exhibir su decadencia, pero no un gran político, un presidente de la República". Gálvez escribió esas líneas hace no menos de setenta años, en su libro sobre Hipólito Yrigoyen, literariamente destacable e historiográficamente deleznable. Eran otros tiempos. Pero lo cierto es que los actuales ancianos decaen tan naturalmente como los del decenio de 1930. Y Mujica no lo disimula.

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