Monday, January 12, 2009

Prohibido ser sibarita

Durante el desdichado periodo neoliberal de 1989-2001, los avisos publicitarios argentinos fomentaron predominantemente el consumo a bajo costo de grandes volúmenes de artículos de primera necesidad y alta calidad. Dicha tendencia, plenamente acorde con la realidad nacional, se cortó abruptamente con la reactivación económica iniciada en 2003.
El aviso publicitario promedio del periodo 2003-2008 promovería el consumo elitista de productos sofisticados y teóricamente inaccesibles y prescindibles para el consumidor promedio. Los vistosos anuncios de las firmas de tecnología de punta desplazaron a los proletarios catálogos de ofertas de las cadenas de supermercados e hipermercados.
La proliferación de semejantes avisos parecería insinuar que la Argentina, con los esposos Kirchner en la Casa Rosada, pasó a tener una renta per capita anual digna de un poderoso emirato petrolero. Huelga decir que no es así. En la actual Argentina, el jubilado o asalariado promedio difícilmente pueda llevar una innecesaria vida rumbosa.
Meses atrás, un grupo de docentes estatales bonaerenses se quejaba amargamente, en presencia mía, de sus condiciones laborales y negaba tener dinero para comprarse una computadora para trabajar. Ello no le impedía desplazarse en vistosos rodados (cuya versión 0 km no debía costar menos de 60.000 pesos) y reconocer que había invertido la nada desdeñable suma de 1000 pesos en adquirir un teléfono celular y un par de zapatillas para sus hijos, cuando la lógica más elemental niega acertadamente la necesidad de dotar de un teléfono celular a un niño o adolescente y el sentido de comprar calzado caro para pies en edad de crecimiento. ¿Qué sentido tiene comprar zapatillas de 400 pesos para chicos que en cuestión de meses pueden necesitar calzado tres medidas más grandes? Y, ante todo, ¿qué necesidad hay de ser un sibarita? Comprémosles zapatillas abrigadas de 100 pesos para el invierno y alpargatas de 30 para el verano. Si ponen mala cara, batámosles la justa: que cuesta mucho ganar plata y no se puede tirar manteca al techo. Algún día lo vivirán en carne propia. Más les vale saberlo. Tarde o temprano, nos agradecerán esa enseñanza.
Puede que la actual crisis internacional golpee menos duramente a la Argentina que a otros países. Pero la austeridad jamás será descabellada. Al consumismo elitista actuamente promovido por los publicistas, opongamos un saludable ascetismo.

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