Wednesday, December 31, 2008

Nochevieja sombría

Esta Nochevieja se perfila como sombría. El mundo está inmerso en la mayor crisis socio-económico-financiera del último sexenio. El gobierno israelí se empecina en su cruel ofensiva militar contra la franja de Gaza. India y Pakistán parecen estar al borde de la guerra. En África, el pequeño Zimbabwe está inmerso en una crisis económica, social, política y humanitaria aparentemente desprovista de toda solución de continuidad. La veterana dictadura militar birmana no da el brazo a torcer en una nación arrasada por la inclemencia meteorológica. No lejos de Myanmar, el pueblo tailandés ha hecho oir su voz.
Los Estados Unidos (sindicados por la prensa internacional como la patria de la actual debacle económico-financiera supranacional) se encaminan hacia un inminente cambio de partido gobernante y la asunción de su primer presidente de color. Tras más de doscientos años de presidentes caucásicos, un mandatario blanco transfiere su cargo con su país sumido en la bancarrota y el desprestigio.
Esta Nochevieja no promete ser feliz. Al ingresar en su último año, el actual decenio parece presagiar un complejo inicio para la próxima década.
En la Argentina empiezan a percibirse los primeros síntomas del fin de fiesta. El año 2000 halló a nuestra patria sumida en la peor crisis socioeconómica de su historia, cuyo urticante correlato político-institucional no tardaría en emerger. El año 2010, año de nuestro primer bicentenario patrio de la próxima década, no promete hallarnos en mejor situación.
En el actual contexto nacional e internacional, cuesta decidir a quién creerle.
¿Quién tiene razón?
¿Los jefes de Estado, con sus sucesivas declaraciones y reuniones de emergencia?
¿Los gobiernos de las principales economías mundiales, con sus caudalosos anuncios y ambiciosos megaplanes anticrisis?
¿Los medios periodísticos, no siempre honestos?
¿Los economistas, no siempre descabellados?
Bartolomé Mitre decía: "Cuando todo el mundo se equivoca, todo el mundo tiene razón".
Los heterogéneos pronunciamientos sobre la actual crisis internacional tienen sus aciertos y desaciertos. No es fácil separar la paja del trigo.
Por primera vez en cinco años, alzo mi copa de Nochevieja lamentablemente embargado de una cierta pesadumbre. Desgraciadamente, no me faltan motivos.

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