Wednesday, November 14, 2007

El exilio de la Argentina

El 17 de noviembre de 1972 (hace hoy 35 años), el ex presidente Juan Domingo Perón concretaba su regreso provisional a la Argentina (su retorno definitivo tendría lugar el 20 de junio del año siguiente), poniendo fin a su largo destierro, iniciado con su derrocamiento en septiembre de 1955. A diferencia de otras encumbradas figuras de nuestra historia, Perón se resistía a morir lejos de su patria, donde expiraría el 1º de julio de 1974, habiendo recuperado el grado militar y cargo público detentados por el "Primer Trabajador" hasta su deposición. En ese sentido, Perón no correría la suerte de Mariano Moreno (arrojado sin vida al mar a la altura de la costa brasileña, ante la imposibilidad de transportar su cadáver a bordo de los barcos sin cámara frigorífica de la época), de Bernardino Rivadavia (expulsado de nuestro territorio por el gobierno de Viamonte y fallecido en Cádiz), del general José de San Martín (que se negó a interrumpir su ostracismo semivoluntario al interpretar que Lavalle pretendía convertirlo en "verdugo de mis conciudadanos"), de Juan Manuel de Rosas (expirado en su granja inglesa, octogenario, tras un cuarto de siglo de exilio), de Juan Bautista Alberdi (que tras su efímero retorno a su patria moriría en la pobreza en un hospital parisino).
El tema del destierro es una problemática urticante de la historia argentina. El régimen rosista obligó a sus adversarios ideológicos a refugiarse en Chile y Uruguay. Más de un opositor al primer gobierno peronista buscó refugio en la Banda Oriental. Perón y no pocos seguidores suyos también conocieron las estrecheces del exilio. La Noche de los Bastones Largos obligó a más de un argentino talentoso a refugiarse en centros académicos latinoamericanos, estadounidenses y europeos. El terror del Proceso de Reorganización Nacional sentenció al destierro a dos millones de argentinos. Quienes permanecieron en el país durante los "años de plomo" se vieron condenados al exilio en su propia patria, como recordando la célebre sentencia de Martín Fierro ("El primer cuidao del hombre es defender el pellejo"). El neoliberalismo noventista impulsó a más de un argentino al exilio económico, del cual no pocos siguen sin volver, pese al innegable mejoramiento experimentado por la situación socioeconómica de nuestra patria en el último quinquenio.
¿Seguirá habiendo argentinos exiliados en el futuro? Desgraciadamente puede que sí. Para los argentinos, el desarraigo parece ser una segunda piel. Ello no es de extrañar en un país mayoritariamente habitado por descendientes de inmigrantes que, como mi bisabuelo, cambiaron su tierra natal por esta castigada república sudamericana, en busca de los horizontes promisorios que les negaban sus patrias. Nos cuesta defender nuestro sitio bajo el sol de nuestra tierra. Mucho más cuesta hacerlo en tierra extraña.

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