Tuesday, October 30, 2007

Perfume de mujer (II)

El 30 de octubre de 1983, hace hoy veinticuatro años, el doctor Raúl Ricardo Alfonsín era elegido presidente de la Nación. Su consagración ponía punto final a la pesadillesca seguidilla (iniciada en 1930) de golpes de Estado, gobiernos ilegítimos o tutelados, alteraciones indebidas de la vida socioeconómica e interrupciones de la vida político-institucional. A diferencia de sus predecesores Hipólito Yrigoyen, Ramón Castillo, Juan Domingo Perón, Arturo Frondizi, Arturo Illia y María Estela Martínez de Perón, Alfonsín, si bien tutelado por el partido militar, gobernó sin ser derrocado por las Fuerzas Armadas, aunque debiese finalmente adelantar el traspaso del poder a su sucesor constitucional, jaqueado por una grave crisis socioeconómica. El 30 de octubre de 1983 fue la contracara del 8 de septiembre de 1930 o del 23 de septiembre de 1955, cuando una enorme multitud de enfervorizados partidarios del golpismo abarrotó la Plaza de Mayo para presenciar la asunción presidencial de los dictadores José Félix Uriburu y Eduardo Lonardi, esta última precedida del bárbaro bombardeo aéreo perpetrado contra el centro de la capital argentina el 16 de junio de 1955. Por primera vez en décadas, el electorado argentino se pronunciaba libremente sobre los destinos de su patria.
Anteayer (28 de octubre de 2007), dicho electorado repartió, por primera vez en la historia de nuestra nación, una considerable proporción de votos validados entre dos candidatos presidenciales de sexo femenino: la ahora presidenta electa Cristina Fernández de Kirchner y su rival Elisa Carrió. Desde su primera participación electoral (11 de noviembre de 1951), la mujer argentina no había conocido semejante avance en la arena política nacional. Razón parecía tener nuestra futura mandataria al vaticinar (ante la frustrada candidata presidencial francesa Segolène Royal, invitada a la consagración electoral de su congéner argentina)que la actual centuria prometía ser el siglo de las mujeres, como parecen demostrarlo los casos de la presidenta chilena Michelle Bachelet, la canciller alemana Angela Merkel y la prometedora aspirante presidencial estadounidense Hillary Clinton. Quizá sea una apreciación exagerada. En los ámbitos estatal y privado, las principales posiciones siguen estando mayoritariamente detentadas por varones, aunque la participación femenina en las altas esferas esté actualmente in crescendo. Y quizá siga acentuándose, a escala nacional y mundial.
Si octubre de 1983 marcó, en el caso argentino, el fin (o principio del fin) de la reiterada apuesta golpista, octubre de 2007 señala una senda derrota del enraizado machismo de muchos de mis compatriotas. Ello obliga a replantearse la clásica ecuación "política=varones". Tal vez debamos invertirla en otros terrenos. Como sucedió durante el crítico periodo socioeconómico y político-institucional de 1995-2002, cuando las dificultades conllevadas por mis congéneres (sobre todo en el plano ocupacional)obligaron a muchos Adanes argentinos a delegar ciertos roles en sus compañeras de ruta. En la más favorable coyuntura socioeconómica vigente desde 2003, esa nueva tendencia quizá pueda plasmarse más cómodamente. El perfume de mujer comienza a ser un efluvio frecuente en este arrabal del orbe.

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