Monday, October 01, 2007

La Argentina fue Myanmar

Días atrás, cientos de birmanos fueron reprimidos al protestar públicamente contra el régimen militar impuesto a su país en 1988. Monjes budistas, embutidos en sus túnicas, se contaron entre los manifestantes, cambiando momentáneamente la paz de sus monasterios por el fragor de las calles urbanas. Myanmar (otrora llamada Birmania) ocupó, durante algunas jornadas, las páginas y pantallas de la prensa internacional, a millares de kilómetros de una Argentina que, durante mucho tiempo, fue Myanmar.
Nuestro país nació, en cierto modo, de un golpe de Estado, que obligó al virrey español Baltasar Hidalgo de Cisneros a abdicar en favor de la Primera Junta de Gobierno. En 1810, la futura República Argentina no tenía ley de sufragio universal. Recién la tuvo en 1821 y se la aplicó inapropiadamente. La normativa no establecía la obligatoriedad del voto. La Argentina no tenía partidos políticos sólidos. En la Confederación rosista, el comicio tenía un carácter meramente plebiscitario, pues renovaba invariablemente el mandato del Restaurador, finalmente depuesto, por la vía militar, por su rival Justo José de Urquiza. El fraude electoral era moneda corriente en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
El advenimiento del radicalismo, primer gran partido político de la Argentina contemporánea, habría sido impensable sin el derrocamiento del presidente Miguel Ángel Juárez Celman a manos de los revolucionarios del Parque. La consolidación del conservadurismo de la Década Infame habría sido impensable sin el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen. El surgimiento del peronismo habría sido impensable sin el derrocamiento del presidente Ramón Castillo. La asunción presidencial de Arturo Frondizi habría sido impensable sin el derrocamiento del presidente Juan Domingo Perón, con quien Frondizi pactó su elección como primer magistrado de la República. La asunción presidencial de Arturo Illia habría sido impensable sin el derrocamiento del presidente Frondizi, cuyos artífices desalentaron la participación del frondicismo en las elecciones presidenciales de 1963. La restauración peronista de 1973 habría sido impensable sin el derrocamiento del presidente Illia, cuyos artífices se resignaron a levantar definitivamente la proscripción impuesta al peronismo por la Revolución Libertadora. La restauración democrática de 1983 habría sido impensable sin el derrocamiento de la presidente María Estela Martínez de Perón, cuya espantosa secuela, el Proceso de Reorganización Nacional, instó al argentino promedio a descartar definitivamente la opción golpista. La superación del paradigma neoliberal habría sido impensable sin el derrocamiento del presidente Fernando de la Rúa por el pronunciamiento cívico de diciembre de 2001. En el Interior, la caída de los Saadi habría sido impensable sin el derrocamiento legalizado de la polémica dinastía política catamarqueña a manos de la intervención federal decretada por el presidente Carlos Menem. El frepasismo fue el único partido político argentino de la segunda mitad del siglo XX cuyo surgimiento no se vio espoleado por la caída de ningún gobierno: desapareció definitivamente de la escena política argentina en menos de una década, tras haber obtenido un porcentaje de sufragios validados nada desdeñable en las elecciones presidenciales de 1995 e instalado brevemente a su importante referente Carlos Álvarez en la segunda magistratura federal.
Sí, la Argentina, durante mucho tiempo, fue Myanmar. La reciente crisis birmana debe recordarnos el riesgo implícito en la tentación del golpismo. Los monjes budistas birmanos movilizados contra la dictadura de su patria deben hacernos recordar a las monjas francesas y monjes palotinos masacrados por el régimen procesista, que dieron su vida por oponerse contra el gobierno más cínico soportado por la Argentina contemporánea, el de los Videla y los Martínez de Hoz, de los Galtieri y los Massera. Los birmanos reprimidos por la policía de su país deben hacernos recordar a quienes sufrieron la brutal golpiza propinada por los esbirros del Proceso contra los participantes en la gran movilización de la Multipartidaria del 16 de diciembre de 1982. A los argentinos suelen tentarnos fácilmente los facilismos. Eludir estos últimos nos implica ser astutos como serpientes y sencillos como palomas, como los Doce Apóstoles enviados como corderos en medio de lobos por el Divino Maestro. Sólo así podremos evitar que la Argentina vuelva a ser Myanmar.

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