Sunday, July 15, 2007

Curso "Historia del Arte (desde 1950 hasta hoy)". Último encuentro

11 de julio de 2007

"La historia del mundo no es sino el progreso de la conciencia de la libertad". Circa 2000, el axioma hegeliano se plasmaría en un arte inquietante. Así lo demuestra el caso del dúo Gilbert-George, irrumpido en la escena artística internacional en 1969, cuando el polémico tándem se exhibió a sí mismo como una pareja de esculturas vivientes. El dúo Gilbert-George pretende apelar a técnicas artísticas poco convencionales, como la expresión corporal. Los ejes básicos de su labor artística son una inquietante búsqueda de la anti-belleza (que no le ha impedido ser reconocido internacionalmente), su marcado anticristianismo (también perceptible en otros artistas similares), su perturbadora exaltación de la cultura gay, de las funciones corporales y de la liaison entre narcisismo y nihilismo. La producción artística del dúo Gilbert-George no puede, strictu sensu, ubicarse dentro de una determinada corriente estilística.
Robert Mapplethorpe (1946-1989), provocativo fotógrafo ligado al mundo gay, a las estrellas musicales y cinematográficas y al sadomasoquismo, trabajó con Andy Warhol y retrató el más descarnado masoquismo homosexual, cuya legalización y desdramatización alentó activamente. Fue acusado de racista. Tras su muerte (debida al SIDA), el gobierno estadounidense se negó a subsidiar la exhibición de su obra, generando un intenso debate sobre la obscenidad en el arte y la justificación del financiamiento estatal de la labor artística. Dicho debate también se ha extendido al caso de Andrés Serrano (1950), privado del apoyo financiero gubernamental a raíz de su neto anticristianismo, también perceptible en Damien Hirst (figura destacada entre los artistas británicos jóvenes surgidos hacia 1990), cuya producción denota el snobismo característico del arte generado circa 2000. La calidad artística de Serrano se ha visto opacada por la desmedida comercialización de su producción (también perceptible en la producción del neoconceptualista italiano Maurizio Cattalan) y un programa artístico basado en un discurso político del shock.
La obra de Jeff Koons (1955) ha sido catalogada como neo-pop. Sus primeros trabajos exaltan el consumismo estadounidense desde un infratexto enraizado en Duchamp. Koons acusa una cierta impronta dadaísta. Según Koons, la publicidad condiciona las cosmovisiones y los mass media definen la realidad. A Koons quizá pueda concebírselo como un Warhol elevado a la enésima potencia, aunque algunos lo han definido como la antítesis de Warhol. Koons rescata, a su modo, los componentes teóricamente menos rescatables del arte manierista. Circa 1990, la producción de Koons, técnicamente basada en el souvenir, rescata totalmente el kitsch (cuyo exceso ha opacado la creatividad artística de Conoy y Blanchard, a quienes aludiré más adelante). Koons exalta la banalidad, conceptuándola como el símbolo de las cosas familiares al individuo promedio. Sus autorretratos de fines del decenio de 1980 son marcadamente narcisistas. Según Koons, el arte es un acto humanitario obligado a mejorar el mundo. Koons parece banalizar el arte conceptual, basado en la idea. En Koons parece estribar una ruptura cultural.
La fotógrafa Cindy Sherman (1954) protagoniza toda su producción artística, aunque sus fotos no son, strictu sensu, autorretratos, sino simulacros de películas cinematográficas y una exaltación de ciertos arquetipos femeninos. El valor estético de su producción fotográfica es bastante relativo. Sherman no parece embarcarse en una búsqueda tradicional de la belleza. Algunas fotos suyas imitan cuadros de artistas renacentistas como Caravaggio o Rafael. Sherman mantiene la tortuosa relación con la muerte característica de los artistas aquí analizados. Sherman recuerda la aceptación social de una producción artística otrora tenida por burda, decadente y antiestética. Ejerce una notable influencia sobre artistas más jóvenes.
El fotógrafo francés Pierre Conoy está profesionalmente asociado con un compatriota suyo, el pintor Gilles Blanchard, denotando una cierta vinculación con las culturas hindú, católica y gay, el kitsch y el naïf. Conoy y Blanchard producen una iconografía gay internacionalmente reconocida.
El fotógrafo Joll-Peter Witkin (1939) se caracteriza principalmente por su trabajo sobre cadáveres diseccionados. Su obra denota la tendencia provocativa y la alusión a lo morboso características de la producción artística aquí analizada, fiel reflejo de la compleja situación internacional de fines del siglo XX y principios del XXI. Witkin comparte esa característica con los hermanos Jake y Dinos Chapman, manifiestamente interesados en la convulsión u el valor redentor de la transgresión. La producción artística de los Chapman nos recuerda que la pesadilla y la celebración del morbo son la materia prima del arte actual. Los Chapman dicen disfrutar de la relación entre la representación y la reproducción. Otro cultor del arte cadavérico es el alemán Gunther von Hagens (1945), muy influenciado por Joseph Beuys.

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