Sunday, July 01, 2007

Curso "Historia del Arte (desde 1950 hasta hoy)". Quinto encuentro

Quinto encuentro. 27 de junio de 2007

El realismo comenzó con la Revolución Francesa, al empezar a representarse escenas cotidianas sin simbolismos ni connotaciones religiosas. La transición entre el romanticismo y el realismo de mediados del siglo XIX (encarnado en Millet y Courbet) se enlaza históricamente con el ascenso de la burguesía y las consecuencias sociales de la sobreexplotación del proletariado industrial. Con el neoclasicismo de Ingres y David, se produce un retorno al clasicismo grecorromano. En David se advierte una cierta secularización. Con el advenimiento del romanticismo, la elección de temáticas se relaciona con el interés por lo exótico. Con Millet y Courbet entramos en el realismo, al retratarse la situación de las clases sociales más desposeídas, sin connotaciones metafóricas o sobrenaturales.
Lucien Freud (1922), sobrino de Sigmund Freud e íntimo amigo de Francis Bacon, es un pintor realista que niega que su color desempeñe una función simbólica y otorga una importancia primordial a la verosimilitud en la representación, que, en el caso de Freud, denota un cierto escepticismo. Freud evita el comentario anecdótico. En sus desnudos, la cualidad pictórica desempeña un rol particularmente importante. Por cualidad pictórica debemos entender cualidades de color y composición, capacidad de generar impresiones perdurables y unidad organizativa. Freud es un neto hiperrealista, pero no se basa en fotos. Actualmente percibimos la impronta de su componente pictórico en la inglesa Jenny Saville (1970), quien también denota un cierto aggiornamento ideológico.
El artista hiperrealista elige qué objeto representará y cómo lo representará. Según el hiperrealismo, no hay realidad allende la cotidianeidad. El arte hiperrealista no pretende transmitir ningún mensaje más allá de lo que se ve.
Al hiperrealista estadounidense Phillip Pearstein (1924) puede vinculárselo con el arte post-abstracto y pop. Pearstein es un neoacademicista caracterizado por un tratamiento lumínico de matices descriptivos. En Pearstein no se advierte ningún interés por la retratística, percibiéndose, en cambio, un claro tratamiento de formas y una artificialidad antirromántica, fría y situada en primer plano. Pearstein es un artista abstracto, denotando, asimismo, un cierto componente hedonista y kitsch vinculado con el pop. El componente kitsch también se percibe en Kleeman, cuya producción también denota la presencia de un cierto ingrediente retínico.
El español Antonio López García (1936) opera en el límite entre el realismo y el hiperrealismo. Su realismo denota una cierta delectación con la materia pictórica, típicamente europea. En sus inicios, López García acusa una cierta impronta surrealista. López García, estupendo dibujista de la vieja escuela, se ubica dentro de una tradición pictórica europea posiblemente remontable hasta Velázquez, con una connotación trágica típicamente española. En su compatriota César Santander (1947), realizador virtuoso y anecdótico, se percibe la búsqueda de seguridad típica del hiperrealismo y la revalorización del color ligado a la imagen y la abstracción.
El hiperrealismo estadounidense retrata iconográficamente (universalizándola) la cultura de su patria. Su carácter hiperreal se percibe en su deseo de ser "más real que lo real". El hiperrealista estadounidense desarrolla el concepto de "nacionalidad en el arte", como lo prueba el caso de Duane Hanson (1925-1996),cuya producción constituye una visión crítica de la sociedad estadounidense, ausente en John De Andrea. Otro hiperrealista estadounidense vinculado al pop, Richard Estes, cultiva el "simulacro del simulacro", sin utilizar modelos, sino fotos. Sus obras poseen el típico componente abstracto del hiperrealismo, también proclive a destacar los aspectos generales del objeto representado. El hiperrealista no sólo se basa en la verosimilitud: pone la abstracción al servicio de la imitación de lo real. Estes denota una cierta vinculación a la cultura estadounidense. Su representación es virtuosista, aunque no posee el componente poético característico de Lucien Freud, que tampoco percibimos en el estadounidense John Kacere (1920-1999).
Charles Bell (1935-1995) es un notable realizador pictórico, que resalta el componente retínico y virtuosista de una pintura figurativa posterior al minimalismo y al arte concreto. El pop de Bell es netamente hiperrealista. Robert Buchtle (1932), hiperrealista moderado y realista inequívoco, es un exponente del hiperrealismo de la costa oeste estadounidense, menos caracterizado por la composición que por la representación.
En sus inicios, Chuck Close (1940), artista claramente abstracto, fue netamente hiperrealista, empleando regularmente las técnicas del aerógrafo y del acrílico. Close recuerda la impronta impresionista y divisionista sobre el hiperrealismo, del cual finalmente se distanció. Cabe, por último, mencionar brevemente la producción del austríaco-irlandés Gotfried Helmwein (1949), radicado en Inglaterra, cuyo tratamiento pictórico denota un cierto componente perverso y pesadillesco.

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