Wednesday, October 03, 2007

Política israelizada

En su biografía de David Ben Gurión (Buenos Aires, AMIA, 1997), Abraham Avi-Hai refiere cómo el estadista polaco-israelí deploró la atomización padecida por el espectro político-partidario israelí poco después de la proclamación del Estado de Israel, inadmisible, a su entender, en la pequeña y poco poblada nación del Cercano Oriente. Ben Gurión expuso su punta de vista sobre el particular a principios del decenio de 1950.
Casi sesenta años después, la Argentina ostenta un cuadro de situación similar. La tremenda crisis socioeconómica y político-institucional de 2001 fragmentó impiadosamente los partidos políticos argentinos. Hasta entonces,el sistema político-partidario argentino había gozado de una cierta estabilidad y de las ventajas de un régimen bipartidario a la usanza inglesa, que coexistía pacíficamente con partidos políticos de menor monta. Unitarios y federales, radicales y conservadores, peronistas y antiperonistas habían permitido, si bien con altibajos, que la Argentina tuviese dos partidos políticos sólidos, jaqueados por la ingerencia del "partido militar" ensayado por la Revolución Libertadora y por la denegación recíproca de legitimidad mencionada por quien suscribe en escritos anteriores, aunque, al mismo tiempo, con su existencia física asegurada durante largos periodos cronológicos. En los comicios presidenciales celebrados en fechas relativamente recientes (1983, 1989, 1995, 1999), el sistema político-partidario argentino seguía gozando de buena salud. En 2001 enfermó de gravedad. Seis años después, su situación no es mejor. Los frentes electorales al estilo peruano parecen prevalecer sobre la sensata idea de reconstituir el sistema político-partidario, defendida en patética soledad por Adolfo Rodríguez Saá. El actual elenco gubernativo se aprovecha inescrupulosamente de esa inaceptable realidad.
La actual política argentina ostenta un alarmante nivel de "israelización", cuya imprescindible superación pinta actualmente quimérica. El actual argentino promedio se encuentra obnubilado por la insufrible tendencia frentista de la actual política de su patria. Concientizarlo al respecto no será tarea fácil. Y puede que nadie se esfuerce seriamente en intentarlo.

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