Monday, June 14, 2010

El Bicentenario del pueblo

En su nota Kirchner y Macri se disputaron el escenario central del festejo, publicada el 30 de mayo último pasado en la webpage http://www.laprensa.com.ar/360393, del matutino porteño La Prensa, Sergio Crivelli ensaya, no sin cierto tino, un balance de los multitudinarios festejos del Bicentenario. Escribe Crivelli: “Mientras la dirigencia política intentaba capitalizar los festejos con propósitos electorales, la gente común invadía en cantidad nunca vista el centro de la ciudad de Buenos Aires para disfrutar de los espectáculos, del clima festivo y del ocio obligado por el aniversario patrio. Unos obsesionados por el poder, los otros sólo preocupados por participar de una ocasión excepcional”. En otras palabras, tuvo más peso el Bicentenario del argentino promedio que el soñado, según Crivelli, por sus dirigentes.
A Crivelli no le falta del todo razón. Los festejos del Centenario ingresaron en los anales de la historia argentina como los festejos de sus dirigentes. De la apoteosis de 1910 se recuerdan, ante todo, figuras encumbradas, como la del presidente José Figueroa Alcorta con la infanta Isabel de Borbón. Por algo Ernesto Sábato, al mencionar el Centenario en su novela Sobre héroes y tumbas, cuya primera edición vio la luz poco después del Sesquicentenario, escribe: “¡El Centenario de la Patria! ¿De la Patria de quién?” Para los numerosísimos inmigrantes europeos de la época, la Argentina no era su patria. A lo sumo, era su patria adoptiva.
Los centenares de miles de argentinos enfervorizados por los festejos del Bicentenario no parecían dudar de que la Argentina fuera su patria. Buen sentimiento de base para el inminente Mundial de Fútbol, la otra gran oportunidad de manifestación de sentimientos patrióticos disponible para los argentinos de 2010.
Los grandes protagonistas del Bicentenario no fueron Macri, los Kirchner y sus invitados no argentinos. Fue el argentino promedio, que no ganó nada, porque, a diferencia de sus dirigentes, no buscó, según Crivelli, ganar nada. Sólo buscó celebrar. Y lo logró. El Bicentenario, aunque preconizado por su dirigencia, fue, en los hechos, el Bicentenario del pueblo.

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