Thursday, April 15, 2010

Bicentenario sin plaza vacía

En la película documental La República Perdida II, se afirma que los argentinos “vamos a la plaza desde 1810, aunque nos corran a palos”. A veces hemos ido ingenuamente. Así lo hicieron quienes colmaron la plaza para aplaudir el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón, dos de los presidentes argentinos más limpiamente elegidos del siglo XX. Así lo hicieron quienes colmaron la plaza durante la guerra de Malvinas, pese a tener razones de sobra para detestar al régimen militar de turno. Otros argentinos han ido a la plaza con fervor, como ocurrió durante las presidencias de Juan Domingo Perón, Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Otras veces no hemos ido en absoluto, como sucedió durante la década menemista, definida por Danilo Martuccelli y Maristella Svampa como la década de la “plaza vacía”. Vacío que rompimos bruscamente en diciembre de 2001, cuando un pueblo desesperado quebró su apatía y ganó nuevamente la calle. Reaparecía así el “pueblo de la plaza pública” postulado por Bartolomé Mitre en su Historia de Belgrano y definible como el principal protagonista histórico-político de estas latitudes. Según Mitre, el pueblo de la plaza pública habría hecho su aparición durante la Semana de Mayo, cuyo bicentenario se apresta a conmemorar la Argentina de 2010. A lo largo de la primera década del siglo XXI,el pueblo de la plaza pública reencarnó en las figuras de piqueteros emblematizados en Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, del gigantesco reclamo por la inseguridad encabezado en las calles porteñas por Juan Carlos Blumberg, y, más recientemente, en los enormes actos ruralistas y oficialistas de la larga puja entre el agro y el actual gobierno, durante la cual, como dijo por entonces la doctora Elisa Carrió, toda la Argentina demostró haberse convertido en una plaza.
A ese pueblo debemos evocar en primer término, cuestiones ideológicas aparte, durante el bicentenario de la Revolución de Mayo, uno de los tantos bicentenarios latinoamericanos del primer tercio del siglo XXI. Sobre todo considerando la fortaleza de la apestosa tentación de reeditar la plaza vacía.

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