Friday, December 14, 2007

Columna light (II)

2007 cierra con cambios. En la Casa Rosada, la pingüina desplaza al pingüino. En la Capital Federal, el carilindo ex presidente de Boca reemplaza la kipá de la calvicie de su judaico predecesor. En Buenos Aires, el ingeniero agrónomo cede el sillón de Dardo Rocha al motonauta frustrado devenido en exitoso dirigente político. En Santa Fe, la patria socialista desplaza a la patria peronista. En Lanús, Manolo Quindimil ve pulverizarse su imagen de intendente vitalicio: ya puede ir a concluir alegremente sus días en un centro de jubilados y pensionados de Gerli. Sergio Massa reemplaza los expedientes del ANSES por las lodosas aguas del Delta. Antes de los cuarenta años, un profesional exitoso asume la nada envidiable titularidad del Palacio de Hacienda. Y la lista podría prolongarse. Pero, como diría el nunca bien ponderado Bernardo Neustadt, la dejamos allí.
2007 cierra con cambios. Los cambios suelen (inicialmente) suscitar una cierta desconfianza. ¿Por qué cambios? ¿No estaban bien las cosas como estaban? Puede que sí, pero el cambio es el motor de la Historia. ¿Se imaginan el mundo actual sin computadoras y telefonía celular? ¿Quién iría hoy a cazar mamuts para el almuerzo, a cruzar el Atlántico en una carabela, a volar en un dirigible? ¿Internet y notebooks? Muy bueno. ¿Y por qué no comida y casa para toda la Humanidad? ¿Por qué no una cura para el SIDA y el Alzheimer? ¿Y si no hubiera más guerras? ¿Por qué no esos cambios? Tal vez pida demasiado. Pero es evidente que aún faltan ciertos cambios.
Pero bueno, prometí columnas light y ya estoy rumbeando para el lado de la fatigosa seriedad. Hay que ir haciendo la lista de compras de fin de año. Agarre el changuito, señora, señorita. Camine y pregunte, como aconsejaba la inolvidable Lita de Lazzari. ¿Leche, queso, fruta, yogur? Muy bueno. Y no olvide la sidra, la fresitas, el champán, el ananá-fizz, el pan dulce, el turrón, las garrapiñadas, las nueces, las almendras, etcétera. Niños y niñas de mi patria: a escribir las cartitas para Papá Noel y los Reyes Magos. Pero eso sí, moderación, que después llega la cuenta de Visa y a vuestros progenitores les agarra la taquicardia al ver la factura de su tarjeta de crédito. No olviden el agua y el pastito para los camellos de Melchor, Gaspar y Baltasar. Platónicos adolescentes: olvídense de los Reyes. Ya están grandecitos para pretender que estacionen sus cabalgaduras en las puertas de vuestras casas. ¿Quieren huir del tedioso rito familiar tras el consabido brindis de las doce? Muy bien, pero no salgan a correr picadas en sus motos si se van de mambo con el chupi. Es la única forma de asegurarse la Navidad de 2008.

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