Wednesday, December 12, 2007

Columna light (I)

Columna light. Sí, damas y caballeros. Leyeron bien. Estamos en diciembre, hace calor, estoy cansado de hilvanar pensamientos serios. Es época de dar alguna tregua a las neuronas. El ocio también es una necesidad humana, incluso para quienes podemos atribuirnos el pomposo rótulo de "intelectuales". Si Ernest Hemingway podía bajarse 62 margaritas al hilo en Cuba, entre capítulo y capítulo de El viejo y el mar, bien puedo yo dejarme por un tiempo de abrumar esta pantalla de vocablos pedantes. Que bien pueden no interesar un rábano al ciudadano promedio, que, obviamente, no está leyendo esta página. Está (como diría el difunto Richard Nixon) sorbiendo cerveza y comiendo sus pretzels, al mejor estilo Homero Simpson. Estos son tiempos light, damas y caballeros. Hoy no se da la vuelta al mundo en tres años, como Hernando de Magallanes y Sebastián Elcano allá por 1520. Hoy se la da en dos días a bordo de un Airbus para 840 pasajeros, principescamente atendido por bellas azafatas. Hoy no se cruzan los Andes a lomo de burro, como el general San Martín en 1817. Se los cruza a bordo de un avión de Lan Chile, solícitamente asistido por guapísimas aeromozas chilenas. Los incontables discos de pasta de Gardel hoy caben cómodamente en dos MP3. Mientras disfrutamos de un buen café en el bar de la esquina, la pantalla de TV pone una saludable distancia entre los horrores del mundo y los televidentes. En Argelia habrán volado por los aires dos edificios de las Naciones Unidas. En Pakistán habrán suspendido las garantías constitucionales. La guerrilla colombiana no dará tregua. Cada vez asaltarán más jubilados en el Gran Buenos Aires. Todo queda dentro de la caja boba, mientras nos atienden como a duques unas bellas camareras.
Se dirá que estamos alienados. Los filósofos de café, acorralados por los fanáticos del chateo, del celular y del SMS, voraces consumidores de créditos para banalidades. Los estudiantes secundarios, colgados al MP3 de Divididos mientras un abnegado pedagogo intenta adentrarlos en los misterios del álgebra, de los Habsburgo y de Jorge Luis Borges. Colas de media cuadra para ver Beowulf y dos gatos locos para ver una película franco-iraní en el Arteplex Centro. Millares de teleespectadores pegados a la pantalla que vomita Patinando por un sueño y unos pocos intelectualoides intentando descifrar a Marx o Max Weber. "Pobrecito, Don Culturoso/Se quedó solo con su librito", decía el difunto Roberto Galán allá por 1988. Estos son tiempos light. Hay que vender mucho best-seller norteamericano para financiar la reedición de las obras completas de Cortázar. Estos son tiempos light. Quienes la vamos de intelectuales no lo queremos entender. Así nos estamos quedando: a solas con nuestras miserias.

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