Wednesday, November 29, 2006

¿Fútbol en paz? Sí, es posible

El documental El día que Brasil estuvo aquí, actualmente difundido por la señal de TV por cable HBO, refiere la historia del amistoso de fútbol disputado el 18 de agosto de 2004 por los seleccionados brasileño y haitiano de fútbol, en Puerto Príncipe, ante el presidente brasileño Luiz Inácio "Lula" Da Silva y otros millares de personas de diversa extracción sociocultural y bajo el patrocinio de las Naciones Unidas y sus célebres "cascos blancos".
Haití es, como se sabe, un país pobre, pequeño, poco poblado e inmerso desde hace décadas en un convulsionado proceso socioeconómico y político-institucional. La prolongada dictadura dinástica de los Duvalier acentuó el deterioro de los estándares de vida del haitiano promedio. La caída de los Duvalier, en 1986, fue seguida de una prolongada inestabilidad político-institucional, arrastrada hasta los inicios del actual siglo. En semejantes condiciones, resulta difícil conformar un sólido plantel futbolístico haitiano. La televisión haitiana no transmitió en vivo una Copa Mundial de Fútbol hasta 1962. La selección haitiana de fútbol no ha clasificado para ninguna Copa Mundial desde 1974. El día que Brasil estuvo aquí demuestra que los graves problemas de su país no impiden al haitiano promedio conceder al soccer algún lugar en su azarosa vida.
El documental en cuestión también demuestra que las rivalidades futbolísticas entre planteles y/o nacionalidades no deben necesariamente conducir a los reiterados episodios violentos periódicamente suscitados en nuestros estadios futbolísticos, netamente contrapuestos a la enorme popularidad del fútbol en nuestro medio, como los que impelieron recientemente a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) a decretar infructuosamente una preventiva limitación temporal en el ingreso de público a los eventos futbolísticos. Los haitianos exhibidos en El día... no pierden sus estribos ante la humillante (y predecible) derrota de su humilde selección ante el poderoso Penta-campeao, no arrojan objetos contundentes contra los futbolistas brasileños, no insultan al árbitro. Y, como si ello fuera poco, reciben fervorosamente al seleccionado brasileño en el aeropuerto de la capital haitiana, pugnando por obtener autógrafos de los grandes astros del futebol, como Ronaldo, Ronaldinho o Roberto Carlos. No tienen inconveniente en agitar simultáneamente banderas haitianas y brasileñas.
Esa situación cuasi-idílica pinta irrealizable en nuestro convulsionado ámbito futbolístico. Sin embargo, no lo es. Basta (a falta de otra cosa) con buena voluntad y sentido común.

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