Thursday, November 23, 2006

Personalismo vs.democracia directa

Desde el advenimiento del rosismo (producido hacia 1830), la política argentina ha sido marcadamente personalista. Su accidentada trayectoria se ha visto reiteradamente signada por la presencia de los fuertes liderazgos de figuras como Juan Manuel de Rosas, Julio Argentino Roca, Hipólito Yrigoyen, Agustín P.Justo, Juan Domingo Perón, Ricardo Balbín, Raúl Alfonsín, Carlos Menem o Eduardo Duhalde. El "partido militar" contribuyó (con suerte variopinta) a alimentar esa tendencia, a través de figuras como Juan Carlos Onganía o Alejandro Agustín Lanusse. El antipersonalismo de figuras como Bernardino Rivadavia, Nicolás Avellaneda, Marcelo Torcuato de Alvear, Arturo Frondizi o Fernando De la Rúa se reveló netamente impotente ante esa tendencia.
A fines de 2001, se intensificaba la grave crisis socioeconómica y político-institucional prolongada desde el "efecto tequila" de principios de 1995. En ese álgido contexto, el personalismo empezó a perder terreno ante innegables expresiones de democracia directa, como lo corroboran los movimientos sociopolíticos sucedidos desde la dramática caída del ex presidente Fernando De la Rúa (piqueteros, ahorristas, las marchas por la seguridad lideradas por Juan Carlos Blumberg, el renacido activismo sindical, el asambleísmo ecologista de Gualeguaychú).
La actual dirigencia política parece ir a contramano de esa nueva tendencia, como lo revelan las anacrónicas tendencias personalistas del presidente Néstor Kirchner, acertadamente cuestionadas por figuras como Roberto Lavagna, monseñor Joaquín Piña, Mauricio Macri y Ricardo López Murphy. Bueno sería que el primer mandatario advirtiera esa riesgosa falencia de su discurso político, susceptible de desembocar legítimamente en una restauración neoliberal u otras desaconsejables opciones. Como bien advirtió años atrás el reconocido constitucionalista García Lema, los liderazgos de una democracia deben ser claros y evitar situaciones de anarquía y totalitarismo. Pero no debemos confundir los liderazgos claros con el personalismo hegemónico imputado a Kirchner, pasible de consecuencias igualmente graves. La necesaria claridad de liderazgo debe condecirse plenamente con la legítima democracia directa actualmente preconizada por diversos estratos sociales.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home