Thursday, August 06, 2009

Humanidad exorcista

Hace cuatro décadas, María Elena Walsh evocaba en su tango El 45: “¿Te acordás, hermana/Que desde muy lejos/Un olor a espanto/Nos enloqueció?/Era de Hiroshima, donde tantas chicas/Tenían quince años/Como vos y yo”. La autora de Manuelita aludía en dichos términos al primer bombardeo atómico perpetrado contra suelo japonés por fuerzas militares estadounidenses, del cual hoy se cumplen 64 años, similar al efectuado por esos días contra la ciudad nipona de Nagasaki. El bombardeo atómico norteamericano segó cerca de 150 mil vidas japonesas. Nacía así la Era Atómica. Terminaba la Segunda Guerra Mundial, la contienda más mortífera librada hasta la fecha por la Humanidad. Empezaba la Guerra Fría, cuyo calentamiento, insinuado en Corea, Cuba y Vietnam, podría haber terminado con millones de vidas humanas. Pronto caería, entre Stettin y Trieste, la tristemente célebre “Cortina de Hierro” postulada por Winston Churchill en su famoso discurso de Fulton. Sobre la Humanidad transcurrirían cuatro tensionantes decenios, signados por el terror al Holocausto nuclear, hasta la llegada de Mijail Gorbachov a la cúspide del poder político soviético.
El orden mundial de la Era Atómica pareció recibir su golpe de gracia con la caída del Muro de Berlín, la “revolución de terciopelo” (como se llamó al rápido desplome del comunismo eurooriental) y la reunificación alemana. La identidad del vencedor de la Guerra Fría fue claramente develada por las victorias militares estadounidenses en Panamá (cosechada cerca de una Nicaragua y Cuba gobernadas por dirigentes yancófobos) y el Kuwait invadido por el Irak de Saddam Hussein.
El capitalismo neoliberal, pudo, sin enemigos de contrapeso, sentar cómodamente sus reales por doquier. La dirigencia china plegó la bandera roja de Mao y extendió la alfombra roja a un pujante capitalismo. En la Argentina, el presidente Menem decretó alegremente la entrada de nuestro país en el Primer Mundo y archivó despreocupadamente las banderas históricas de su partido político de procedencia. El 18 de octubre ya no era San Perón, el día que trabajaba el patrón. El fantasma del Holocausto nuclear fue reemplazado por el fantasma del Holocausto económico, sobre todo cuando enfermaba gravemente el organismo neoliberal.
En el caso argentino, los presidentes Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y Cristina Fernández preconizaron exitosamente la saludable y postergada rectificación de los costados más negativos de la política socioeconómica procesista, menemista y aliancista. Esa propuesta saneadora halló eco en otros gobiernos latinoamericanos, encabezados por dirigentes atípicos como los presidentes Hugo Chávez, Evo Morales y Luiz Inácio “Lula” da Silva. Ahora parecería haberlo hallado en el gobierno estadounidense, acusado de promover el descalabro económico supranacional declarado a principios de 2008 y presidido hace siete meses por el atípico Barack Obama, cuya política parecería haber empezado a revertir la situación socioeconómica estadounidense, con el consiguiente alivio internacional.
Habiendo neutralizado, al menos en apariencia, la reaparición del fantasma del Holocausto económico, la Humanidad conmemora por estos días, demostrando nuevamente su capacidad de exorcizar fantasmas, un nuevo aniversario del inicio del largo periplo histórico del fantasma del Holocausto nuclear.

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