Monday, May 25, 2009

Pre-Bicentenario antipolítico

El 25 de mayo de 1910, se celebraba con gran pompa el Centenario de la Revolución de Mayo, en medio de un cuadro político de prometedora solidez. Aunque apelando al fraude electoral, la oligarquía conservadora había generado un sólido Estado Nacional. Dos años después, el presidente oligárquico Roque Sáenz Peña reglamentaría la célebre ley electoral bautizada en honor de su promulgador, a cuyo amparo el electorado argentino ungiría, en 1916, al primer mandatario electo según las disposiciones de dicha normativa comicial. Este último, llamado Hipólito Yrigoyen, lideraba en 1910 el primer partido político argentino moderno: el radicalismo.
En 1904, el electorado boquense había ungido al primer diputado socialista americano: Alfredo Palacios. De la mano de la Gran Inmigración también había llegado el anarquismo.
Noventa y nueve años después, la Revolución de Mayo, neto producto político de principios del siglo XIX, celebra su Pre-Bicentenario antipolítico, en una Argentina recargada de otrora sólidos partidos políticos, aparentemente incapaces de superar su atroz atomización de 2001-2003 y tristemente reducidos al status de meros frentes electorales hiperpersonalistas, de incierto futuro.
La Argentina ha llegado a un Pre-Bicentenario antipolítico, celebrado en una campaña electoral signada por la hipervaloración de la economía en detrimento de la política y la pertinaz persistencia de esa denegación recíproca de legitimidad postulada por Tulio Halperín Donghi como un mal aparentemente insuperable de la vida política nacional, ya mencionada en este espacio, felizmente despojada de sus atroces ribetes sanguinolentos, fraudulentos y proscriptivos de épocas pretéritas, pero, así y todo, preocupante.
¿Celebrará la Argentina un Bicentenario antipolítico?
Todo parece indicar que sí, por desgracia.

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