Sunday, May 31, 2009

Asignatura pendiente

La Argentina de 2003-2009 parece haber remontado aceptablemente su antológico estancamiento socioeconómico de 1995-2002. Está respondiendo favorablemente a la actual crisis económica internacional.
En el terreno político, no parece factible, desgraciadamente, sostener lo mismo. El actual panorama político nacional refleja más fielmente la atroz atomización experimentada por el sistema político-partidario argentino en 2001-2003 que el espíritu de mediana cohesión de las elecciones presidenciales de 1983-1999, con el 80 al 95% de los votos validados concentrados en dos o tres partidos o coaliciones razonablemente sólidas y con dirigentes de reconocida trayectoria.
Así parece reflejarlo la actual campaña electoral, lanzada con miras a unos comicios legislativos nacionales innecesariamente adelantados. Campaña signada por la presencia de frentes electorales hiperpersonalistas y de aspecto transitorio, antítesis de un partido o coalición que se precie de tal. Campaña signada por la presencia de candidatos de dudosa probidad, que parecen haberse vendido despreocupadamente al mejor postor o vendido su alma al diablo. Respaldados por dirigentes de algún mérito, pero, a la par, aparentemente proclives a sentenciar, como Luis XV en su lecho mortuorio, "después de mí, el diluvio". Campaña aparentemente tiranizada por las normas del marketing político y una lógica destituyente, recordatoria de los peores excesos del golpismo.
A principios de abril del año en curso, mientras seguía por TV el funeral de Raúl Alfonsín, temí estar presenciando el sepelio del último político argentino de raza. Alfonsín merecía mejores herederos que Julio Cobos, Elisa Carrió o Alfonso Prat-Gay. Juan Domingo Perón y Antonio Cafiero merecían mejores herederos que Carlos Menem o Carlos Heller. Néstor Kirchner merecía evidentemente un sucesor presidencial de tufillo menos nepotista, sin que ello me impela a negar los indiscutibles méritos gubernamentales de su señora esposa.
A la Argentina de 2009 le falta política. ¿Cómo generarla?
Será muy difícil. Habrá que reconstituir, solidificándolos, los grandes partidos del pasado. Habrá que represtigiar la labor política a escala social. Habrá que instar exitosamente a las nuevas generaciones a jugarse políticamente. Habrá que luchar duramente. Pero habrá que hacerlo. Por el bien de todos.

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