Friday, June 20, 2008

La Argentina es una plaza

En la noche del 16 al 17 de junio de 2008, decenas de millares de argentinos, en muchos casos interconectados por SMS o e-mail, ganaron las calles de distintas ciudades de nuestra patria, cacerola en mano, para protestar contra la soberbia desplegada por el matrimonio gobernante ante la protesta rural, llegando, incluso, a apostar un considerable número de "ciudadanos comunes de la democracia" en la puerta de la residencia presidencial de Olivos. Mientras los medios cubrían intensivamente tan interesante fenómeno, la doctora Elisa Carrió sostenía atinadamente, en el programa televisivo de Joaquín Morales Solá, que el dúo Kirchner-Fernández (que dos días después ofrecería un multitudinario y anacrónico contrapunto a la "nueva política" de esta primer década del siglo XXI) se equivocaba al limitar empecinadamente su visión de la "plaza pública" a la Plaza de Mayo. Esta última fue la plaza de Perón, de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, de Alfonsín. Fue ese clásico rectángulo porteño ganado (durante la Revolución de Mayo) por el "pueblo de la plaza pública" postulado por Bartolomé Mitre en su Historia de Belgrano. Fue la "plaza vacía" menemista postulada por Maristella Svampa y Danilo Martuccelli. Fue testigo de las épicas jornadas de diciembre de 2001 rematadas por la renuncia del presidente Fernando De la Rúa. Fue testigo de la multitudinaria entronización de los dictadores José Félix Uriburu y Eduardo Lonardi. Fue testigo de la sangrienta represión de las célebres marchas obrera del 30 de marzo de 1982 y de la Multipartidaria del 16 de diciembre del mismo año. Fue testigo de la efímera apoteosis de Galtieri, duramente tronchada por la derrota militar argentina en Malvinas. Fue testigo de la aparición de Maradona en el histórico balcón de la Casa Rosada, que Alfonsín prestó al Diez para exhibir orgullosamente la copa obtenida por la selección argentina de fútbol en el Mundial de 1986.
Como bien observó Carrió, la pareja presidencial no atina a entender que toda la actual Argentina es una plaza. Plaza nómade, de ciudadanos que no responden a partidos políticos, ni a sindicatos, ni a centros de estudiantes, ni a instituciones religiosas. De individuos comunes y silvestres. Esos ciudadanos que podrán no haber votado a los esposos Kirchner, pero tampoco son (como parecería pretender el polémico dúo presidencial, cuya entronización lamento haber avalado por mis votos de 2003 y 2005) infames traidores a la Patria. Porque al pueblo argentino no sólo pertenecen los nietos de los descamisados de Perón. También pertenecen los nietos y bisnietos de los inmigrantes europeos de principios del siglo XX, que tanto lucharon por asegurarse un lugar bajo el sol de nuestra patria para ellos y sus descendientes argentinos. También pertenecen, en líneas generales, quienes entienden, quizá sin conceptualizarlo, que la Historia se escribe desde lo cotidiano, lo cual explica que la plaza "oficial" también haya presenciado (y siga presenciando) el paso de los incontables transeúntes que la han cruzado durante el último medio siglo. Como parecen entender ciertos gobernadores provinciales, en cuyas jurisdicciones la labor agropecuaria escribe un renglón importantísimo de la economía local. Como no parece entender el ex presidente Néstor Kirchner, proveniente de esa Santa Cruz que alguna vez gobernó, donde sólo pueden criarse ovejas y practicarse una rudimentaria agricultura de invernadero. Como no parece entender su urbana y platense consorte y sucesora. Como sí lo entiendo yo, porteño de alma.
No hay peor ciego que el que no quiere ver. Si la pareja presidencial no atina a admitir, como bien afirma la doctora Carrió, que toda la actual Argentina es una plaza, las cosas pueden complicársele, y mucho, a la presidenta Fernández, que, a diferencia de su marido, se sentó en el Sillón de Rivadavia sin ninguna experiencia ejecutiva previa, falencia inaceptable en el primer magistrado federal. Los argentinos hemos pagado el pato en más de una ocasión. Y no es saludable que sigamos pagándolo indefinidamente.

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