Friday, February 29, 2008

Curso "Propuestas didácticas para la educación en valores" (Cuarto encuentro)

Curso "Propuestas didácticas para la educación en valores"

Cuarto encuentro. 21 de febrero de 2008


Parte del cuarto encuentro del curso se dedicó a la proyección de la película Mentes peligrosas (EE.UU., 1995). En la misma, Michelle Pfeiffer encarna a una docente secundaria que acepta el desafío de enseñar literatura en una escuela pública situada en una zona de alto riesgo, con un alumnado de clase baja, mayoritariamente compuesto de adolescentes negros e "hispanos". La abnegada educadora, partidaria del role-playing, debe afrontar desde un principio situaciones de dispersión y apatía (perceptibles en el estudiantado a su cargo, cuya conducta denota una inequívoca indiferencia hacia la actividad académica). La docente en cuestión (sometida a adversas condiciones laborales, caracterizadas por las bajas remuneraciones y la existencia de un conflictivo contexto laboral y socioambiental)no sólo deberá soportar la marcada hostilidad de sus alumnos hacia sus profesores, reveladora de la necesidad del docente de ponerse en el lugar del educando, sino también las presiones ejercidas en su contra por directivos escolares empecinados en ignorar las conflictivas características de su ámbito laboral y pretender que su nueva docente se muestre indiferente a estas últimas.
En una escuela mal equipada, con docentes desmotivados, la docente encarnada por Pfeiffer intentará, pese a las severas advertencias de sus superiores jerárquicos, hacer caso omiso de la equívoca política institucional de estos últimos. Intentará, por ende, subrayar, mediante su ejemplo personal, la importancia del estímulo del educador hacia el educando y del diálogo docente-alumno. Ante un alumnado de bajo nivel sociocultural, mal preparado para la labor escolar, la original educadora procurará subrayar la importancia de incentivar la participación estudiantil, aunque también la necesidad de un liderazgo docente efectivo. La profesora intentará llevar a la práctica sus singulares ideas en un contexto signado por frecuentes situaciones de violencia escolar (debiendo, incluso, asistir a la eliminación física de uno de sus alumnos) y la consiguiente intervención policial, esta última reveladora de la existencia de prejuicios contra los jóvenes extranjeros matriculados en el problemático establecimiento educacional. Esto último impele a la singular docente a contactarse personalmente con la familia de origen y comunidad de pertenencia de sus alumnos, lo cual la obliga a adentrarse en zonas geográficas peligrosas. Esa labor investigativa la acerca a grupos familiares de bajos recursos, aunque a veces bien cohesionados y no siempre hostiles hacia la labor educativa. La audaz profesora advierte así la necesidad de relacionar los contenidos de la enseñanza con el contexto sociocultural de procedencia del estudiantado, procurando, con suerte variopinta, hacer caso omiso de la impotencia e incomprensión de los directivos escolares respecto de la problemática de una institución forzada a operar como un contenedor social.
Mentes peligrosas nos recuerda la posibilidad de la "onda", de la transferencia, esta última traducida, en la praxis escolar, en la presencia de un adulto ubicado en un lugar muy especial del corazón de los chicos. En la escuela media, adolescentes y adultos pueden verse ligados por la pasión del docente. En ese contexto, debemos destacar la diferencia entre el enunciado (lo que se dice) y la enunciación (lo que queda dicho).
En el ámbito escolar, érroneamente proclive a considerarlos como sinónimos,
también cabe diferenciar entre urgencia y emergencia.
En una situación de urgencia, nadie se pregunta qué es lo mejor que puede hacerse. No es momento para pensar, sino para hacer. En una situación de emergencia, se teme que ocurra algo grave y se presiente que algo va a pasar, pudiéndose así pensar qué hacer.
La escuela tradicional argentina ha hecho hincapié en la nacionalidad y sexualidad, creyéndose consiguientemente obligada a engendrar argentinos y argentinas. Nos hallamos así ante el fenómeno de la naturalización, consistente en naturalizar lo no natural. Paradójicamente, la escuela, en su afán por naturalizar, termina des-naturalizando. La escuela propende así a considerar únicamente la posición mayoritaria, ignorando los conflictos de intereses propios de una democracia. Con respecto a esta última, cabe señalar la obligación de la escuela a no limitar el concepto de democracia al voto. Este último no es sino el colofón de un proceso democrático iniciado y prolongado por el debate, base de un acuerdo y esencial para lograr que los escolares perciban la existencia y posibilidad de una diversidad, aunque esta última refleje una posición minoritaria. Dicho acuerdo no debe, por ende, considerar únicamente los deseos de la mayoría, sino también de la minoría, para así evitar el surgimiento de la mayoría autoritaria postulada por Foucault.
Ya hemos señalado la diferencia entre ética y moral. Con respecto a la primera, cabe señalar que la escuela puede brindarla (y de hecho lo hace), pero carece de herramientas para proporcionar la segunda.
Los filósofos griegos solían preguntarse qué prefería un individuo y cómo conseguía este último la felicidad en la vida. Nos hallamos así ante la problemática de la vida buena, reveladora de la existencia de una aceptable diversidad de respuestas. En la discusión estructurada en torno a la pregunta "¿Qué prefiero?", no es necesario celebrar un acuerdo. La diversidad de proyectos personales y elecciones de vida revela la existencia de un conjunto de preferencias, este último revelador de la existencia de un multiculturalismo susceptible de hallar una respuesta a los interrogantes sobre la felicidad.
La psicología social revela la existencia de determinaciones conscientes e inconscientes, aunque, como bien advierte Freud, no debemos confundir determinación con fatalismo. La advertencia freudiana nos permite percibir que un grupo no define ni obliga, sino que determina. El grupo debe cumplir un deber ético situado por encima de la ley civil. La ley ética no se condice con la jurisprudencia.
La pregunta kantiana "¿Qué debo hacer?", expresión mayoritaria, revela la necesidad de un acuerdo entre seres humanos y la existencia de pensamientos, enunciados o individuos. A estos últimos puede (o no) colocárselos dentro de un marco ético. Según Kant, la vida digna no depende de la preferencia. La dignidad humana no pertenece al orden de la preferencia o felicidad, sino de la justicia. La vida digna pertenece al ámbito de los derechos humanos. Kant señala así la necesidad de un comportamiento universal.

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