Thursday, February 28, 2008

Curso "Propuestas didácticas para la educación en valores" (Segundo y tercer encuentros)

Segundo y tercer encuentros. 19-20 de febrero de 2008

Actualmente suele sostenerse que los chicos no están incentivados (para progresar, estudiar, etcétera). El incentivo puede ser interno o externo al sujeto. En el caso de la escuela media, cabe señalar la dicotomía pachanga-escuela, actualmente perceptible entre los adolescentes, que pueden desear ambas cosas y ser abandonados por la escuela. El exceso de pachanga puede ser (para el adolescente) tan perjudicial como el exceso de escuela. Para evitar esa riesgosa situación, el adolescente escolarizado debe ser convertido en alumno, para lo cual necesita un docente.
La prolongadísima escolarización obligatoria de la actualidad (extendida entre los 4 y los 17 años de edad) debe apuntar a la formación del sujeto. En lo referente a ese punto, conviene recordar las cuatro tradiciones de educación moral señaladas por el español Puig Rovira, estudioso de la educación moral occidental del siglo XX. Esas tradiciones son: a) la socialización en pautas y valores; b) la clarificación en valores; c) el modelo "psi"; d) la formación de hábitos virtuosos.
La socialización en pautas y valores apunta a la socialización de las nuevas generaciones. Dicha tradición postula la existencia de valores absolutos y posee una raíz durkheimiana. En 1903, Durkheim negaba que el ser social fuese un ser natural. El pensamiento durkheimiano posee una neta intencionalidad política y define a la escuela como la institución social por excelencia. Según Durkheim, la sociedad posee un valor absoluto, mientras que el sujeto no posee ningún valor. El pensamiento durkheimiano podría, en cierto modo, definirse como una fuente del autoritarismo. Ciñéndonos al pensamiento durkheimiano, podríamos sostener que la escuela está obligada a imponer sanciones de carácter formativo y colectivo, a promulgar leyes que dictaminen qué se puede y que no, cuya dilución conlleva una neta situación de anomia. Basándonos en Durkheim, podríamos sostener que la escuela debe asumir una responsabilidad colectiva. Conviene recordar que Durkheim desarrolla su labor intelectual en el contexto del conflicto Iglesia-Estado declarado en Francia circa 1900, defendiendo netamente al Estado. Empero, no podemos establecer una antítesis taxativa entre Iglesia y Estado. Entre ambas instituciones existen importantes similitudes. Ambas se apoyan en valores absolutos (la Iglesia en Dios; el Estado en la sociedad)y relativizan la importancia del sujeto. La tradición de la socialización en pautas y valores pierde eficacia más avanzado el siglo XX.
La tradición de la clarificación en valores surge en los Estados Unidos circa 1970 y sostiene, grosso modo, que cada individuo es responsable de su propia vida. En términos históricos, la pérdida de eficacia de la tradición de la socialización en pautas y valores se vincula con el conflictivo contexto internacional imperante circa 1900-1970, signado por el estallido de dos conflagraciones mundiales, el pronunciamiento de las minorías (étnicas, culturales, sociales,etcétera), la emancipación femenina, el surgimiento del Estado benefactor (materializada circa 1950), la crisis de este último (concretada circa 1960 y relacionada, en el caso estadounidense, con la guerra de Vietnam), el fenómeno del hippismo, la aparición (entre los jóvenes) de la "onda" 'sexo, drogas y rock & roll' (este último definible como el primer género musical generacional), el Mayo Francés y la aparición de la filosofía punk (cuyo lema "El futuro es hoy" alude al porvenir prometido por generaciones anteriores).
Figuras como Dewey, Piaget o Kohlberg son importantes exponentes del modelo "psi", que postula un desarrollo del juicio moral por etapas y sugiere adoptar principios éticos universales. Dentro del modelo "psi" podemos situar el concepto de resiliencia, término definible como la capacidad de un sujeto de reinventarse o recomponerse a sí mismo. Según Kohlberg, la vida de un sujeto debe ser regida por el principio del "deber hacer" y su fundamentación.
La tradición de la formación de hábitos virtuosos, focalizada en el comportamiento, no rechaza las demás tradiciones de educación moral, considerándolas entrelazadas por la presencia de la institución escolar. Según la tradición de la formación de hábitos virtuosos, la tradición de la socialización en pautas y valores y el modelo "psi" se encuentran interrelacionadas por su énfasis en el campo social, mientras que las tradiciones de la clarificación en valores y de la formación de hábitos virtuosos se enlazan mutuamente por su énfasis en la subjetividad. En la escuela suelen coexistir las cuatro tradiciones. La escuela actual puede (y debe) congeniarlas recíprocamente, pues debe, simultáneamente, promover la socialización, fijar pautas y valores, ayudar a clarificar valores e impulsar la formación de hábitos virtuosos. Los cultores de la tradición de la formación de hábitos virtuosos preconizan la educación por el ejemplo y sostienen que los hábitos virtuosos (que el sujeto luego decidirá conservar o desechar)organizan la convivencia.
Al analizar la labor escolar en lo concerniente a la socialización en pautas y valores, la clarificación de valores y la formación de hábitos virtuosos, debemos distinguir entre ética y moral, conceptos érroneamente considerados, con cierta frecuencia, como sinónimos. Dicha sinonimia no se verifica en el ámbito escolar. La ética, a diferencia de la moral, no es subjetiva. Es una disciplina racional y filosófica, productora de principios, leyes y/o normas (justicia, igualdad, libertad, respeto mutuo). Promueve una escala valorativa única, de origen netamente extraescolar. Según la moral, cada sujeto posee su propia escala valorativa. No debemos, por ende, hablar de moral, sino de morales, cuyo análisis debe basarse en principios éticos. En el terreno moral, el docente debe abstenerse de imponer por la fuerza una determinada moral a sus alumnos. Basándonos en principios éticos, debemos interrogarnos sobre la moral. Tradicionalmente, la escuela ha tendido a transmitir la moral hegemónica de los grupos de poder. La escuela actual, imposibilitada de dictaminar cuál es la mejor moral, debe entregar al sujeto herramientas para analizar su propia moral.
No debemos confundir las situaciones asimétricas con la desigualdad. Esta última es factible dentro del ámbito escolar, aunque no del todo aconsejable, pues puede conducir a situaciones de abuso de poder. Cabe, por último, diferenciar la escuela promovida por el Estado autoritario (basada en la instancia personal) y la escuela promovida por el Estado de Derecho (basada en la instancia legal). En esta última, el docente no debe promover la eliminación física de quien piensa distinto, equivalente a un delito, y los alumnos deben someter sus escalas valorativas, juicios y comportamientos a la ética. La escuela debe ser potente en la formación ética; la cuestión moral es estrictamente personal.

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