Monday, April 02, 2007

Mis guerras

El 1º de abril de 1982 cumplí doce años. Al día siguiente los argentinos amanecimos con la noticia del desembarco argentino en las islas Malvinas. Poco o nada sabía yo de ese remoto archipiélago. Según mi libro de lectura del cuarto grado de la escuela primaria, el mismo había sido ocupado por los ingleses en 1833. Súbitamente, las gélidas islas del Atlántico sur ocupaban un lugar en mi mente infantil. Acuden a mí ciertas imágenes. La de mi hermana María (diez años recién cumplidos) procurando puerilmente, junto con quien suscribe,que nuestro abuelo paterno,panadero de oficio, empiece a vender el clásico budín inglés bajo el nombre y lema de "budines Malvinas, dignos de las mesas argentinas". Quien suscribe rebelándose contra la intempestiva decisión de su señora madre de ponerle una profesora particular de inglés en pleno conflicto.Quien suscribe negándose a hacer nada que no involucre a un país que no hubiese apoyado a nuestra patria en su enfrentamiento con el Reino Unido. Quien suscribe redactando una carta para los soldados argentinos destinados en las Malvinas, recomendándoles ingenuamente que canten para darse ánimos (un cuarto de siglo después,aún no me consta que la misma haya llegado a destino). Quien suscribe indignándose, sentado en el sillón de su peluquero, ante la capitulación de Menéndez.
La guerra de Malvinas fue mi primera guerra. Pude haberla tenido a fines de 1978, cuando Chile y la Argentina estuvieron al borde de un enfrentamiento armado en el Beagle, finalmente evitado. El destino quiso otra cosa.
En febrero de 2003 visité Turquía. Los Estados Unidos se disponían a invadir Irak y el gobierno turco se resistía a autorizar el cruce de las tropas estadounidenses a través de la frontera turco-iraquí, afortunadamente muy alejada del norte de Turquía, donde me alojaba yo. De allí pasé a Grecia. Mi sed de noticias y mi perfecta ignorancia de las lenguas turca y griega me impelían a buscar información televisiva sobre el particular en inglés o castellano. Al regresar a Buenos Aires, hubo quien me preguntó si había visto pasar a las tropas estadounidenses. Huelga decir que no.
Yo también tuve mis guerras. Porque no sólo las tienen quienes van al frente de batalla.

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