Querido futuro votante
Querido futuro votante: en este año 2007 tus mayores votarán. Seguramente les oirás discutir sobre ese tema, lo que despertará tu curiosidad.
Supongamos que naciste en 1997. Eso significa que adquirirás tu derecho de voto en 2015, ejerciéndolo por primera vez en los comicios presidenciales de dicho año o legislativos de 2017. Si bien falta mucho tiempo, es bueno que te vayas enterando del asunto.
Yo cumplí tu edad actual en la Argentina de 1980, sojuzgada por el régimen militar del Proceso de Reorganización Nacional, la peor dictadura de la historia argentina, que amordazó rígidamente toda expresión política. Quien intentase quebrantar esa norma corría peligro de muerte.
Esa situación comenzó a cambiar en la primavera de 1982, tras la derrota militar argentina en la guerra de Malvinas. La dictadura había caído en el descrédito, a causa de su revés militar en el Atlántico sur, sus aberrantes violaciones de los derechos humanos y su bestial política socioeconómica.
El dictador Reynaldo Bignone reconoció públicamente la inviabilidad del apoliticismo de su régimen. Rehabilitó los partidos políticos (acallados durante seis años) y convocó a elecciones generales, celebradas el 30 de octubre de 1983 en medio de la euforia general.
La campaña electoral de 1983 introdujo la política en mi vida. Era demasiado joven para recordar la política argentina anterior al golpe de Estado de 1976, cuya virulencia contrastaba con la política casi pacifista estilada desde 1983. En abril de 1982 había cumplido doce años, de los cuales había vivido la mitad en una Argentina despolitizada. ¡Qué afortunada es tu generación de no padecer semejante carencia!
Seguramente oirás decir muchas cosas malas de los dirigentes políticos. Que son deshonestos, que roban, etcétera. Lamentablemente, algo de cierto hay en ello. Pero nuestra visión política no debe agotarse en ello. Hacerlo sería darle la razón a los golpistas del siglo XX argentino, que intentasen acallar (total o parcialmente) la política, motor de la democracia.
Por ello es importante que los chicos de tu edad adquieran progresivamente una conciencia cívica. En vísperas de los comicios presidenciales de 1983, mis maestros organizaron un simulacro de votación para sus alumnos, quienes, pese a nuestra corta edad e inexperiencia, nos pronunciamos claramente a favor de Raúl Alfonsín, quien asumió la presidencia de la Nación en diciembre de dicho año. Bueno sería que en tu escuela hiciesen algo así en vísperas de alguna elección. Quizá tus docentes se asombren de la precoz claridad de tu pensamiento político.
Querido futuro votante: quizá no comprendas adecuadamente el léxico que empleo en estas líneas. De ser así, pedile a tus mayores que te las expliquen, consultá el diccionario y, ante todo, reflexioná y debatí mucho sobre el tema aquí tratado. En menos de una década adquirirás el derecho de pronunciarte, voto mediante, sobre el futuro de tu país, tu persona y tus compatriotas. Lo cual no es poco.
Supongamos que naciste en 1997. Eso significa que adquirirás tu derecho de voto en 2015, ejerciéndolo por primera vez en los comicios presidenciales de dicho año o legislativos de 2017. Si bien falta mucho tiempo, es bueno que te vayas enterando del asunto.
Yo cumplí tu edad actual en la Argentina de 1980, sojuzgada por el régimen militar del Proceso de Reorganización Nacional, la peor dictadura de la historia argentina, que amordazó rígidamente toda expresión política. Quien intentase quebrantar esa norma corría peligro de muerte.
Esa situación comenzó a cambiar en la primavera de 1982, tras la derrota militar argentina en la guerra de Malvinas. La dictadura había caído en el descrédito, a causa de su revés militar en el Atlántico sur, sus aberrantes violaciones de los derechos humanos y su bestial política socioeconómica.
El dictador Reynaldo Bignone reconoció públicamente la inviabilidad del apoliticismo de su régimen. Rehabilitó los partidos políticos (acallados durante seis años) y convocó a elecciones generales, celebradas el 30 de octubre de 1983 en medio de la euforia general.
La campaña electoral de 1983 introdujo la política en mi vida. Era demasiado joven para recordar la política argentina anterior al golpe de Estado de 1976, cuya virulencia contrastaba con la política casi pacifista estilada desde 1983. En abril de 1982 había cumplido doce años, de los cuales había vivido la mitad en una Argentina despolitizada. ¡Qué afortunada es tu generación de no padecer semejante carencia!
Seguramente oirás decir muchas cosas malas de los dirigentes políticos. Que son deshonestos, que roban, etcétera. Lamentablemente, algo de cierto hay en ello. Pero nuestra visión política no debe agotarse en ello. Hacerlo sería darle la razón a los golpistas del siglo XX argentino, que intentasen acallar (total o parcialmente) la política, motor de la democracia.
Por ello es importante que los chicos de tu edad adquieran progresivamente una conciencia cívica. En vísperas de los comicios presidenciales de 1983, mis maestros organizaron un simulacro de votación para sus alumnos, quienes, pese a nuestra corta edad e inexperiencia, nos pronunciamos claramente a favor de Raúl Alfonsín, quien asumió la presidencia de la Nación en diciembre de dicho año. Bueno sería que en tu escuela hiciesen algo así en vísperas de alguna elección. Quizá tus docentes se asombren de la precoz claridad de tu pensamiento político.
Querido futuro votante: quizá no comprendas adecuadamente el léxico que empleo en estas líneas. De ser así, pedile a tus mayores que te las expliquen, consultá el diccionario y, ante todo, reflexioná y debatí mucho sobre el tema aquí tratado. En menos de una década adquirirás el derecho de pronunciarte, voto mediante, sobre el futuro de tu país, tu persona y tus compatriotas. Lo cual no es poco.
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